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¿Qué se necesita para ser feliz y hacer feliz a los otros?

Dicen que la alegría, la felicidad y los buenos momentos no tienen precio; estas llegan cuando menos las pensamos, cuando nuestra mente y cuerpo están abiertos a recibirlos y darlos.

Existen muchas formas, detalles o actitudes que nos alegran el día, y no necesariamente tienen que ser regalos grandes o costosos. Estos pueden transformar un mal momento en algo bueno, lograr que nuestras defensas se eleven y ponernos de buen humor.

Recibir la llamada de alguien lejano, una palabra amable; sentir el contacto de un abrazo, una palmadita en el hombro o una mano amiga; caminar tarareando sin prisas ni preocupaciones; reírse sin motivo alguno; disfrutar de una buena conversación, entre otros, son aspectos capaces de hacernos cambiar a una actitud más alegre y positiva si en ese momento algo nos preocupaba.

En una encuesta realizada a diferentes personas, de edades y profesiones diferentes, la mayoría señaló que estar con la familia, escuchar la voz de sus hijos o saber que están bien; así como recibir el reconocimiento de sus superiores en el trabajo, y pasar un buen rato con sus amistades, los ponía felices, les alegraba el día. Todo ello en función a terceros.

Sin embargo, nadie hizo alusión a autogenerarse alegría, como regalarse un día para sí mismos, disfrutar de la naturaleza, gozar de una buena música o lectura, pintar, hacer algo inusual como ir a un lugar impensado, hacer una obra de bien, y tantas cosas más que hacen sentir a la persona con el pecho lleno de alegría y una sonrisa natural.

La vida no es sencilla, tiene sus altibajos. Hay momentos en donde no todo será felicidad; pues habrá momentos donde la partida de un ser querido, no obtener algo que se deseaba por mucho tiempo, sufrir una decepción, o vivir en función a expectativas, nos sumirán quizás en la tristeza, la pena y el dolor.

Lo importante es que de cada acontecimiento, positivo o negativo, que ocurra en nuestras vidas, aprendamos a sacar una lección de ello. El dolor es natural e inherente al ser humano, pero vivir triste o amargado toda la vida puede ser autodestructivo.

Recibir el día a día con actitud positiva, afrontar los problemas buscando alternativas de solución, controlar el nivel de estrés y presiones que implican las labores cotidianas en el centro laboral, de estudios o el hogar, serán de mucha ayuda para disfrutar de una vida sana, alegre y duradera.

Si aún no lo has hecho, estás a tiempo de concederte un tiempo para ti, para decir un “te quiero”, ofrecer un abrazo de corazón a corazón (cuando se junta el hombro izquierdo con el de la otra persona) y regalar una sonrisa.

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