“Café y cigarro, muñeco de barro”. Es posible que alguna vez hayas escuchado el chascarrillo, principalmente porque es verdad. Hasta hace unos años, nadie sabía por qué demonios sentíamos esas ganas irrefrenables de acudir al tronotras el café. Esto es lo que dice la ciencia.
Hasta mediados de la década de los 90 se aceptaba por válida la teoría que culpaba a la cafeína de la visita al baño. Tenía cierto sentido si pensamos que los efectos de la cafeína en el tracto gastrointestinal se conocen desde hace bastante tiempo
Más específicamente, se trataba de una teoría que argumentaba que tomar cafeína puede provocar un aumento en la motilidad gastrointestinal, conocida como peristalsis, es decir, esencialmente una contracción y relajación de los músculos que obliga a los contenidos de tu sistema digestivo a moverse hacia tu espalda con el final que ya sabemos.
Sin embargo, con el paso de los años se ha demostrado que la cafeína no es ni mucho menos el actor principal que nos obliga a hacer caca. Para empezar, la cafeína generalmente comienza sus efectos de agitación entre 15 y 20 minutos después de la ingestión.