Obama: ¿Juego de máscaras?
1) Es indudable que existe una ofensiva de Estados Unidos para recuperar espacios y vigencia en Latinoamérica. El “patio trasero” fue abandonado durante décadas y la política norteamericana se ocupó de otros lugares en el mundo. Fijó su atención, con variados resultados -casi siempre deplorables- en regiones como el Medio Oriente, Europa, incluso África. De la región se encargaron las dictaduras tuteladas por EEUU. Éstas recibieron el encargo de mantener el control, y lo hicieron a sangre y fuego. Eran los tiempos de los gobiernos militares en Venezuela, Brasil; en países centroamericanos y caribeños; de los Somoza, los Batista, los Trujillo; de los genocidas del Cono Sur. Fue la época oprobiosa del Plan Cóndor y del entrenamiento que impartía la Escuela de las Américas a la oficialidad de la Fuerza Armada latinoamericana en contrainsurgencia y torturas. Con el correr del tiempo se produjo la reacción de los movimientos progresistas que asumieron la vía pacífica y se impusieron a través de procesos electorales. La nueva situación sorprendió a los gobernantes de la Casa Blanca hasta que tomaron conciencia de la necesidad de implementar una política diferente para hacer frente al fracaso que puso a la región en su contra. En el desarrollo y ejecución de esta estrategia juega un papel protagónico el presidente Barack Obama.
2) ¿Pero, cuál es la verdadera política de Obama para Latinoamérica? ¿Qué dejará como legado a su sucesor, probablemente otro demócrata? Las preguntas tienen pertinencia porque las señales del Presidente norteamericano se prestan a variadas especulaciones. Una se refiere a la política con el Gobierno cubano, confirmada en su visita a La Habana; otra la que se visualiza luego del viaje a Argentina y su tratamiento al presidente Macri, y está la que, simultáneamente, aplica a Venezuela. ¿Son compatibles esas tres manifestaciones políticas? ¿Cuál es la auténtica y cuál no?
3) Me explico: mientras el presidente Obama tiende la mano al Gobierno cubano y lo ratifica durante su visita a la isla, usa contra Venezuela una política de signo diferente. En un caso emplea la zanahoria y en otro el palo. Lo mismo pasa con la señal que da con su visita a Argentina, de exaltación de la nueva relación con esta nación basada en una política neoliberal a ultranza. Con lo cual asigna, tácitamente, al gobierno de Macri, un protagonismo de claro signo ideológico. Ante semejante situación, donde se promueven políticas de diferentes signos -incluso contradictorio-, uno tiene derecho a dudar sobre lo que en verdad busca el presidente Obama en la región. ¿Acaso una relación amplia, sincera, hacia todos los países? ¿O, por el contrario, lo que pretende es discriminar? ¿Acercarse a unos para generar diferencias en el trato y segregar deliberadamente a otros?
4)Esta manera de reformular el relacionamiento de EEUU con Latinoamérica, luego de un traumático pasado, es sospechosa. Me refiero, concretamente, a la actitud de Obama de prorrogar el infame decreto declarando a Venezuela una amenaza contra su país, días antes de viajar a La Habana. Por cierto, acto que mereció una altiva y firme recriminación del presidente Raúl Castro solidarizándose con nuestro país.
5)Colocadas ambas actitudes en un plano de observación, la de Obama sobre el decreto, y sus posteriores declaraciones acerca de la urgencia de un cambio de Gobierno en Venezuela y el desconocimiento de la legitimidad de Maduro, y la referente a Cuba, es obligante una pregunta elemental: ¿Hay realmente un cambio de política de EEUU hacia la región, o lo que se plantea es una burda manipulación que oculta otros propósitos? En otras palabras, ¿estamos ante un juego de máscaras? Todo indica que sí.