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Mélik-Bagdasárov: bloqueo de EEUU a Venezuela ha dañado sus propias industrias

Durante entrevista especial

Su paso por el servicio militar ruso, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, le ha ayudado a comprender profundamente el nazismo, al que cataloga como una “pústula”. Pero se detiene un rato al pronunciar la palabra para buscarle un reemplazo más caribeño.

“Cáncer”, “tumor maligno”, llegó a decir Sergey Mélik-Bagdasárov, embajador de Rusia en Venezuela, quien ofreció una entrevista a Últimas Noticias, en la que alertó sobre el peligro para la humanidad de esa especie de “resurrección” del nazismo palpable en territorio ucraniano, según su análisis.

El representante de Rusia lleva dos años y medio en Venezuela pero desde antes conocía el contexto político del país porque cuando ingresó a la carrera diplomática por allá en el año 1996, trabajó en la sección correspondiente a la América de habla hispana. Nacido y criado en Moscú y egresado del Instituto Estadal de Relaciones Internacionales. De Venezuela le gusta Canaima, donde pasó “cuatro días inolvidables” y tiene muchas ganas de ir al llano y a Los Roques. Ha paseado por la isla de Margarita, Tucacas y La Guaira, donde saboreó el mero (“es una verdadera joya”), mango, aguacate y lechosa. “En Rusia se llama papaya porque es pequeña”, dijo aludiendo a esa última fruta.

La entrevista transcurrió en un salón de la embajada, desde donde hizo un repaso de la Operación Militar Especial lanzada por Rusia sobre Ucrania el pasado 24 de febrero, así como expuso su opinión sobre esa flexibilización anunciada por el gobierno de Estados Unidos para con Venezuela.

—Hay conversaciones Estados Unidos-Venezuela, las cuales son interpretadas como que la administración de Joe Biden necesita el petróleo venezolano porque hay un conflicto con Rusia por la operación que su país lanzó en Ucrania ¿Usted las interpreta de esa manera?

—Muy interesante, porque en su momento Estados Unidos, la administración de Trump y Obama, había estas intenciones de cambiar el proyecto chavista aquí en Venezuela. Pero el mayor daño a las relaciones bilaterales la hizo la administración del presidente Trump. Ellos hicieron sus políticas llamadas sanciones o medidas coercitivas unilaterales contra Venezuela, un bloqueo económico total, financiero, casi marítimo, pero al mismo tiempo hicieron un enorme daño a sus industrias en el sur de Estados Unidos que trabajaron con el petróleo venezolano.

—¿Ese sería el motivo de esos cambios de EEUU hacia Venezuela?

—Por entender que sus políticas de bloqueo son un total fracaso, están maquinando con la intención de acabar con otro enemigo más potente, más peligroso, que ellos dicen es Rusia. Pero en realidad es que las empresas estadounidenses, ya desde el inicio de este bloqueo, pidieron a su gobierno no hacerlo porque son negocios de décadas. Y en esa situación, la posible flexibilización de esas medidas coercitivas contra Venezuela es algo que nosotros decimos que es necesario. Ellos en su momento dijeron ‘no’, ahora ellos mismos tienen que decir ‘sí’. Pero, como dice el presidente Maduro, con respeto hacia Venezuela, hacia el Presidente constitucional, hacia el Gobierno de Venezuela, al país, al pueblo.

—Claro, Estados Unidos no ha dejado de reconocer a Juan Guaidó como presidente de Venezuela.

—Es imposible proclamar que el Presidente del país es otra persona o reconocer a otra persona como el Presidente y dialogar con el Gobierno del presidente constitucional. Hay que hacerlo con respeto mutuo, de manera lógica.

—¿Usted observa que EEUU se está comportando de esa manera en este acercamiento con Venezuela?

—Lo que ahora dice Estados Unidos es que van a dar una licencia a una de las empresas para seguir trabajando en Venezuela, hay que analizarlo con mayor profundidad. ¿De qué se trata? ¿de perforación de nuevos pozos?, no.

—¿No han explicado bien entonces cuanto abarca la extensión de la licencia a la petrolera Chevron?

—Es muy reducida esta capacidad para esa empresa. Hay que analizar lo que pasa. Pero es una acción unilateral de los Estados Unidos, no es el resultado de negociaciones con el Gobierno. Ellos dijeron que ‘no’ y después dijeron que ‘sí’, porque necesitan petróleo venezolano. No es solo por el tema de Rusia.

—Pese a esa consideración, ¿usted sigue valorando como positivo esa flexibilización de las medidas contra Venezuela por parte de EEUU?

—Yo no veo nada malo. Además, es lógico, Venezuela es una gran potencia petrolera y tiene toda la capacidad de exportación y, como dijo en su momento el secretario general de la Opep, la economía no puede estar politizada, es un negocio. El problema es cuando algunos, como los Estados Unidos, quieren politizar este negocio. Esto es lo que vemos ahora cuando ellos están politizando la economía, dañando a la Organización Mundial de Comercio, dañando los esquemas que están en el mundo sobre distribución de alimentos.

—¿Cuál es el estatus de la Operación Militar Especial desplegada por Rusia en Ucrania?

—Hace algunos días teníamos un gran logro en Mariúpol, donde se han rendido 2.500 miembros de distintos destacamentos militares y paramilitares así como el Regimiento Azov, que está formado por los neonacionalistas, neonazis. Todo el mundo ha visto los videos y fotos de estas personas, son muchas en internet, que salieron del sótano de la empresa siderúrgica; todos tatuados con esvásticas (imagen de una cruz en forma de gancho) en los retratos de su líder ideológico Stepan Bandera, un nazi y otros nazi. Mucho diabólico, muchos tatuajes agresivos.

—Ellos fueron presentados por los medios ucranianos como los defensores de Mariúpol.

—En realidad son todos nazis, muy pocas personas son realmente militares de las Fuerzas Armadas de Ucrania, quienes también se escondieron allí, en este sótano y resistían a las fuerzas de esta Operación Especial Militar de Rusia y de las milicias populares de las repúblicas de Donetsk y Lugansk.

—¿Por qué consideran significativo esa rendición de esas personas?

—Es un logro muy significativo porque Mariúpol es una ciudad muy importante. Primero, es la segunda mayor ciudad de la república popular de Donetsk, recientemente reconocida por Rusia. Pero proclamada hace ocho años. Claro que está considerada una gran victoria su desocupación por las tropas ucranianas. Nuestros organismos especiales están en plena investigación sobre los crímenes de estas personas contra civiles a quienes mataban, torturaron, robaban sus vehículos. Hay muchos testimonios.

—¿Y por qué considera usted que esos militares se ensañaron tanto contra los habitantes de Mariúpol?

—No solo en esta, en muchas ciudades, porque ellos siempre sospechaban que los habitantes son simpatizantes a los rusos. Porque todo este territorio de Ucrania Oriental así llamada, son territorios de ruso-hablantes.

—¿Y cuál es la reacción de esos habitantes?

—La mayoría de los que viven ahí no tienen ninguna simpatía ni a Rusia, ni a Ucrania ni a esta operación militar. Yo le comentó como una persona, no como embajador, porque nadie quiere la guerra, cualquier operación militar, porque hace un daño para todos los que están ahí. Todos quieren paz y Rusia quiere paz y por esto, desde el inicio de esta campaña, de esta operación militar siempre estamos a favor del diálogo con el gobierno de Kiev.

—¿Hay algún resultado de las conversaciones que ha entablado Rusia con Ucrania?

—Lamentablemente no hay resultado concreto y esto es porque la parte ucraniana siempre cambia su postura. Desde el inicio, la parte ucraniana cambia siempre su postura hasta que en la última ronda presencial en Turquía por fin ellos presentaron un documento, un borrador de una visión, no es un borrador de un acuerdo o algo así. Pero, en un momento les proponen una cosa, van a consultarse con sus dueños en Estados Unidos, Gran Bretaña y al día siguiente se cambian.

—Si el asunto es así, ¿por qué Rusia no piensa en un diálogo con esos países que presuntamente están detrás de Ucrania: Estados Unidos, Gran Bretaña? Aquí en Venezuela lo dirían así: es mejor hablar con el dueño del circo que con los payasos.

—Imagínese de qué manera nosotros podemos…quiénes son ellos; quiénes son Estados Unidos, quién es Gran Bretaña en este aspecto. Ellos están fuera. ¿Hablar con Londres sobre Ucrania?, muy ridículo. Claro, los dueños están ahí, pero, nosotros no podemos de ninguna manera confirmar que los dueños están ahí. Es humillante para nosotros y para el pueblo ucraniano. Por esto uno de los argumentos, que nosotros promovimos desde el inicio de esta Operación Especial Militar es que no era objetivo el cambio de gobierno en Ucrania, no es nuestro objetivo. Nuestro objetivo es un acuerdo con el gobierno de Ucrania.

—¿Un acuerdo para?

—Un acuerdo para la paz, en primer término, para la paz en esta zona recién reconocida como las repúblicas populares independientes y segundo, para erradicar estas bases militares; la seguridad para Rusia, desmilitarización del territorio de Ucrania; el desmontaje de todas las estructuras bélicas que durante los últimos 30 años los Estados Unidos y sus aliados, la Organización del Tratado para el Atlántico Norte (Otan), pusieron en territorio ucraniano.

—Ustedes han dicho que otro de los objetivos de esa operación militar es la desnazificación de Ucrania. ¿Qué significa eso?

—Después de la desintegración de la Unión Soviética, pensaron plantar en Ucrania otra historia de este país glorificando a sus antepasados, los colaboradores nazis, glorificando el nacionalismo. Son generaciones creadas en este ambiente de odio hacia Rusia.

—¿Cuál es el origen de ese odio que usted describe hacia Rusia?

—Porque Rusia hizo esa gran victoria sobre el nazismo de la cual se cumplieron 77 años el pasado 9 de mayo. Porque Rusia era el mayor actor, protagonista en la Segunda Guerra Mundial. Claro, los descendientes de los perdedores, desde Canadá y Estados Unidos, quieren hacer una venganza, hacer una recomposición de la historia del país, hacer su propia victoria pro-nazi. Dentro de esta ideología nazi no solo hay una amenaza contra Rusia sino contra toda la humanidad.

—Y bajo ese análisis que usted hace, ¿quién es el Hitler de este tiempo?

—Hay muchos líderes. Volodímir Zelenski​ (presidente de Ucrania) no puede ser un Hitler, es un cómico, es un artista y muy talentoso, muy popular en su momento por eso se ha convertido en un presidente. No hay ningún nuevo Hitler en Ucrania pero hay líderes de esos destacamentos paramilitares que algunos de ellos están incorporados en las estructuras oficiales. El peligro es que esto es como un tumor, aumenta.

—¿Cuando usted habla de ese tumor a qué se refiere?

—El tumor es la ideología. Las bases militares de Estados Unidos y de la Otan son como los furúnculos, factores externos. Pero el factor interno es este nazismo que tiene esa sociedad, que está creciendo por los libros, películas, telenovelas. Por eso es que desnazificación significaría extirpar las raíces de este odio que están sembrando contra Rusia.

—¿A estas alturas se puede decir que Rusia logró sus objetivos con la Operación Militar lanzada en Ucrania?

—Todavía no lo hemos logrado porque siguen bombardeando a las ciudades de ambas repúblicas, especialmente a Donetsk, todos los días lanzan misiles contra esta ciudad desde que inició esta operación, porque durante ocho años las tropas ucranianas bombardearon estos territorios.

—Algunos países y medios de comunicación califican esa operación especial como una invasión de Rusia contra Ucrania. ¿Qué responde?

—Claro; porque algunos países dicen que ‘por la escasez de los productos de Rusia, tenemos que buscar para sustituirlos en otros lugares del mundo’. Pero no hay ninguna escasez de los productos, ni del petróleo, gas y trigo. Hay bloqueo. Así funciona la máquina ideológica del Occidente.

—Entonces no se puede hablar de una guerra como tal.

—No es una guerra, porque seguimos suministrando gas por el territorio ucraniano hacia Europa; porque no fue proclamado el estatus de guerra; porque no queremos derribar el gobierno en Kiev, seguimos dialogando. No hay símbolos de la guerra, ni pruebas, ni facturas que puedan considerarse como una guerra. Es una operación especial militar. Queremos garantizar la paz para estas repúblicas que ya están reconocidos, queremos acabar con la infraestructura bélica, esos laboratorios biológicos y acabar con la ideología nazi que fue condenada por el Tribunal de Núremberg.

—De esta situación, ¿nacerá una nueva economía, un nuevo modelo económico a escala mundial?

—Es muy difícil predecirlo. Yo no quisiera considerarlo de esta manera porque no me gusta este cambio tan drástico del esquema; porque este sistema internacional se ha construido durante décadas y nosotros ya hemos aprendidos nuestro papel, nuestro lugar en ese sistema y con otros países hay unas reglas formales, hay derecho internacional.

—Pero se observan decisiones de sectores de la economía mundial en su país, por ejemplo, que pudieran señalar un boicot o bloqueo.

—Lo que sucedió con mi patria cuando centenas de empresas extranjeras, incluso McDonald’s formalmente se han ido, no existe ya en Rusia. Los suministradores de los coches se han ido. Más de 700 empresas de los países provenientes de Europa y Estados Unidos se han ido del territorio de mi país.

—¿Eso ya dibuja cambios?

—Otro indicador que nos muestra que habrán cambios muy fuertes es la intención de los Estados Unidos y de Europa de desistir de los recursos naturales de Rusia. Acabar, como ellos dicen, con la dependencia de materia prima de Rusia, del petróleo, de gas. Nosotros no podemos parar de exportar, como en su momento Venezuela no pudo parar la exportación de petróleo. Es imposible; estamos buscando otras regiones, otros mercados, otras vías, otros canales de exportación. Es lo mismo con Rusia. Rusia va a buscar otros mercados para sus productos de exportación, principalmente en Asia.

Al detal

  • ”La estructura bélica es difícil destruirla o aniquilarla; pero son cosas que puedes hacer durante uno o dos años, pero desmilitarización es algo físico y desnazificación es algo mucho más difícil: hay que hablar con la gente. Es lo que pasaba en su momento con los pueblos de Alemania y Austria después de la Segunda Guerra Mundial. Había muchos programas para la desnazificación de los pueblos, porque estaban en una situación psicológicamente muy difícil, porque perder la guerra para cualquier nación…”
  • “Yo, en su momento, serví como soldado en la República Democrática Alemana cuando tenía 18 años. El servicio militar ordinario. Serví en la Infantería. 40 años después de la Segunda Guerra Mundial, nuestras tropas soviéticas estaban en este territorio alemán. No estaba ocupado el territorio pero físicamente estaban muchos militares, casi un millón. Por eso, en ese momento, yo entendí lo que sentían estos pueblos de Austria y Alemania cuando perdieron esta guerra, estaban todos totalmente frustrados, desorientados. Por esto, en su momento, se implantó la ideología según la cual no eran ellos quienes perdieron la guerra; de allí que el Tribunal de Núremberg dictaminó que fueron los nazis quienes perdieron la Segunda Guerra Mundial”.

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