Luchas del pueblo hacen vigente el pensamiento de Ezequiel Zamora
Como expresaba el comandante Hugo Chávez, este rescate intencional de Zamora lo suma a las luchas vigentes, a la conformación de una doctrina militar propia y auténtica, a la conciencia del pueblo libertario
Los procesos libertarios son largos y prolongan sus luchas a través del tiempo, como la que buscó desatar los nudos no resueltos de la Guerra de Independencia, cuando antiguos realistas con resentimiento reclamaban las tierras y bienes confiscados con los que el Libertador Simón Bolívar recompensó a sus soldados en una primera política de distribución justa de la riqueza.
Tres siglos antes, esas fueron tierras tomadas por la fuerza y en contra de la propiedad comunal indígena, sobre la cual la Corona hizo una regularización que hará propietarios a conquistadores y sus sucesores, quienes como grandes señores de la tierra, explotadores de negros, mestizos e indios, se revelarán ante España en beneficio de sus intereses.
1817 es el año en que nace en Cúa, estado Miranda, Ezequiel Zamora, el día 1 de febrero. Meses después, en septiembre, Simón Bolívar decreta en Guayana la Confiscación de Bienes de los españoles, que se cumple hasta que el esfuerzo se diluye en el lecho de muerte del Libertador, hito que en 1830 deja las leyes en manos de propietarios y nuevos ricos, como José Antonio Páez.
Esa Venezuela, ya República, en la que crece el niño Ezequiel, es la del latifundio y un marco legal que propiciaba que propiedades de agricultores y criadores, con deudas impagables, terminaran a merced de los banqueros, a través de embargos y, con mucha menos suerte, podían pagarlas también con cárcel.
Siendo un comerciante en Villa de Cura, estado Aragua, se suma a la lucha de los desposeídos contra los conservadores, en 1845, y un año después se levanta en armas en Carabobo, cae preso, sirve al ejército de José Tadeo Monagas y el 20 de febrero de 1859 toma la guarnición de Coro, Falcón, con el grito de la Federación, que buscó la conquista de la tierra por parte de los campesinos.
Como explica José León Tapia, la campaña del General de Pueblo Soberano reunió a contingentes de esclavos libres y soldados patriotas, con verdadero sentido nacionalista, que lo siguieron con su bandera amarilla a su paso por Coro, Falcón, Portuguesa y Barinas, donde fue declarado con el título de Valiente Ciudadano.
El autor de Por aquí pasó Zamora, resalta los postulados del General de Pueblo Soberano, de incorporar a las clases desposeídas a la producción nacional, de romper la estructura latifundista y de conformar un gobierno autónomo, respaldado por clases populares con participación activa en las decisiones nacionales.
Fue en las tierras de Barinas, el 10 de diciembre de 1859, cuando aplicó una estrategia paradigmática de guerra en la selva de Santa Inés, lugar donde simuló replegarse aparentando una retirada que fue trampa para el ejército conservador, basada en un sistema de fortificaciones y laberintos de trincheras, picas y escuadras de fusileros agazapados en el bosque, creando un canon de combate que luego se aplicará en Europa durante la llamada Gran Guerra de 1914.
Ezequiel Zamora está en el Árbol de las Tres Raíces invocado por el MBR-200, que abrió la brecha al movimiento revolucionario y fue ejemplo inspirador para la reivindicación popular que llevó a la juventud militar al insurgir el 4 de febrero de 1992, rescatándolo del olvido en que lo dejó la historiografía nacional.
Como expresaba el comandante Hugo Chávez, este rescate intencional de Zamora lo suma a las luchas vigentes, a la conformación de una doctrina militar propia y auténtica, a la conciencia del pueblo libertario.
La mañana del 10 de enero de 1860, en la ciudad cojedeña de San Carlos, Zamora vistió por última vez su uniforme azul, aún no se sabe si fue una bala traidora la que lo mató, pero verdadero es que luego siguió una capitulación ante valores conservadores que preservaron el latifundio y que en décadas adoptará otros factores económicos como la renta petrolera y el comercio importador.
Sin embargo, como dice Tapia en su libro, el instinto revolucionario de Zamora, nacido hace 201 años, aún persiste en las aspiraciones de un pueblo, hoy hecho clase trabajadora, cuya lucha es la prolongación de aquellas que han tenido siempre al mismo adversario.