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Los impuestos más extraños y ridículos del mundo

La imaginación de los gobiernos no deja de sorprender e indignar a los ciudadanos, desde los impuestos al yeso hasta la tributación por una rosca (‘bagel’, en inglés), de todo se puede encontrar en los sistemas fiscales de diferentes países. No obstante, EE.UU. lidera este ‘ranking’ por la cantidad de tasas extrañas, informa el ‘Huffington Post’.

En 40 de los estados de EE.UU. las autoridades creen que los tampones no son de mucha necesidad, así que impusieron una tributación a este producto de higiene personal. Mientras que en Texas existe un cobro especial sobre los árboles de Navidad y sus adornos. La patria de los impuestos más extraños no deja de sorprender: en Nueva York si decide comer una rosca (pan redondo con un agujero en el centro) cortada en dos en una cafetería le van a cobrar un impuesto adicional. ¿Por eso será que en las películas de Hollywood muy a menudo los protagonistas piden comida para llevar?

Aspirando a reducir el efecto invernadero el Gobierno de Estonia aprobó en el año 2008 un impuesto que provocó mucha polémica entre los agricultores: les obligaron a pagar por la flatulencia de sus vacas.  

Mientras tanto en Austria los aficionados al esquí tendrán que pagar un impuesto por el yeso. El seguro médico no cubre a todos los turistas, quienes por desgracia necesitarán la asistencia de traumatólogos.

El Knéset, el Parlamento israelí, aprobó el año 2013 una lista de los artículos de lujo sometidos a impuesto, pero entre los frigoríficos y abrigos de pieles, no figuran los móviles con precios superiores a 400 dólares.

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