Los eufemismos de Obama: el genocidio argentino fue “un tiempo poco productivo”
Obama recurrió una vez más a su ya usual argumento de que él es demasiado joven para hacerse responsable de las tropelías cometidas por sus antecesores en el planeta entero y, especialmente en América Latina
Ocultar la verdad mediante artificios lingüísticos ha sido siempre una de las características de los imperios. Estados Unidos tiene amplia experiencia en este campo. La reciente visita de Barack Obama a Argentina así lo demuestra.
El presidente estadounidense hizo ostentación del clásico cinismo imperial al rendirles homenaje a las víctimas de la dictadura, un régimen político genocida que fue instaurado y se mantuvo, igual que los otros gobiernos criminales del Cono Sur y de la región entera, con el firme apoyo, asesoría, entrenamiento y participación directa de Estados Unidos.
Obama recurrió una vez más a su ya usual argumento de que él es demasiado joven para hacerse responsable de las tropelías cometidas por sus antecesores en el planeta entero y, especialmente en América Latina. En una declaración al respecto dijo que no iba a repasar la lista de actuaciones de su país en esta región “porque ya todo el mundo las conoce”. Algo parecido a lo que comentó cuando el comandante Hugo Chávez le obsequió un ejemplar de Las venas abiertas de América Latina, la obra de Eduardo Galeano.
El colmo del retorcimiento semántico vino cuando señaló que su país ha tenido tiempos muy buenos respeto a los derechos humanos, y también ha tenido tiempos malos o “poco productivos” en ese terreno. Con esa frasecita construida en laboratorios de marketing político, el mandatario estadounidense despachó más de un siglo de intervenciones armadas, conspiraciones políticas, derrocamientos, guerras económicas, represión, terrorismo de Estado y muchas otras barbaridades que la potencia imperial ha implantado en todo el Tercer Mundo. Y específicamente, despachó la tortura, el asesinato y la desaparición de miles de argentinos.
Lo más cínico del asunto es que ese concepto de que “hemos tenido malos tiempos” pretende hacer ver que los que corren son buenos. Pero en la época actual, bajo la responsabilidad inequívoca de este hombre que se niega a mirar hacia el pasado, EEUU ha seguido siendo “poco productivo” en materia de derechos humanos, tanto dentro como fuera de sus fronteras.
Es de suponer que, dentro de algunos años, cuando le pregunten al primer afroamericano en habitar la Casa Blanca por qué agredió países, promovió guerras, alentó sabotajes económicos y pisoteó la autodeterminación de otros pueblos, Obama se excuse diciendo que está demasiado viejo para ponerse a discutir esos asuntos.
La guinda del episodio de “homenaje a las víctimas de la dictadura argentina” es, por supuesto, la compañía que tuvo Obama en ese acto: el presidente anfitrión, Mauricio Macri, un empresario cuya familia floreció económicamente durante el período que los “milicos” denominaron con otro eufemismo: de Reorganización Nacional, pero que se conoce con el apelativo, mucho más acertado, de la Guerra Sucia. El Grupo Socma (acrónimo de Sociedad Macri) tenía en 1973 siete empresas y al término de la dictadura, en 1986, había alcanzado la cifra de 43 compañías, incluyendo algunas otorgadas directamente por la dictadura, como la empresa de correos. Las juntas militares que bañaron de sangre la tierra de San Martín, les otorgaron créditos y les condonaron las deudas a muchos empresarios argentinos, incluyendo los Macri. Claro, es posible que el mandatario argentino, siguiendo el ejemplo de su colega estadounidense diga que, para esos años, mientras torturaban y desaparecían a decenas de miles de sus compatriotas, él era apenas un pibe.