Opinión

Llegó el Niño Jesús

Senona Esparragoza se fue a la sala de la casa donde había colgado afiches de Capriles, Julio Borges, Ramos Allup, Omar Barboza, Ismael García, Juan Carlos Caldera, Guanipa, Richard Blanco, y comenzó a descolgarlos uno por uno

Cuando Empiridión Montiel terminó de ver la alocución de Tibisay Lucena por televisión, dijo: “Llegó el Niño Jesús”. Senona, su esposa, que estaba por allí cerca, lo escuchó, y preguntó: “¿Y qué te trajo?”. Muerto de la risa, Empiridión contestó: “No me trajo, más bien se llevó lo que me habías prometido tú. El referéndum revocatorio ya no será este año, y si acaso, quedó para el año que viene”.

Senona Esparragoza se fue a la sala de la casa donde había colgado afiches de Capriles, Julio Borges, Ramos Allup, Omar Barboza, Ismael García, Juan Carlos Caldera, Guanipa, Richard Blanco, y comenzó a descolgarlos uno por uno. Empiridión, desde su chinchorro de marido abandonado, le dijo: “Estás descolgando la Mesa de la Unidad”. Senona terminó la tarea de eliminar de la sala aquellos afiches, y después se fue al chinchorro de Empiridión y le dijo: “A mí me engañan una vez, dos veces, tres veces, pero no todas las veces. Esta gente no me sigue engañando

Empiridión estuvo a punto de decirle que él la había engañado una sola vez, pero supo aguantarse, y menos mal, porque en ese momento Senona le dijo: “Por lo menos tú nunca me has engañado, bueno, que yo sepa, y eso se aprecia Empiridión”. El hombre no dijo nada. Esperó que viniera otra frase halagadora de Senona, pero como no vino más nada, dijo: “Bueno, yo voy a llamar al compadre Justo para celebrar este regalo que nos trajo el Niño Jesús”.

En la noche, después de cenar un delicioso plato que Senona se había esmerado en preparar, Empiridión sospechó que su señora estaba cambiando. Prendió la televisión para ver las opiniones de los de siempre, escuchó un buen rato los mismos comentarios que ha venido escuchando, y se dio cuenta de que de todo lo que había oído, la mejor opinión era la de su esposa Senona Esparragoza. Nadie había reconocido que la oposición había administrado muy mal los tiempos del referéndum, y que además había realizado una serie de fraudes, es decir, todos los que opinaban seguían engañando a la gente, menos Senona, que dijo que no la seguían engañando.

Mientras meditaba en todo esto, vio que Senona, desde el cuarto, le hacia una señal, Empiridión se levantó y fue al encuentro, y allí estaba ella esperándolo, lo abrazó y lo llevó a la cama. Entonces, Empiridión dijo: “El Niño Jesús me trajo un ofertón”.

@RobertoMalaver

/N.A

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