Opinión
Libro Azul XXVII
La reforma de la Constitución de 1961 fue una pancada in extremis del puntofijismo para prolongar su agonía. El maquillaje a la moribunda iba bien hasta que se tocó el tema de la libertad de expresión. Los reformadores quisieron agregar el derecho a rectificación. Saltaron el Bloque de Prensa y las cámaras de radiodifusión y televisión. Se llevaron en los cachos a la Comisión reformadora completa. Llegó La Constituyente y dio rango constitucional al vetado derecho a réplica.