La planta insolente de la OEA
Solo en una oportunidad la oposición se había rebajado a solicitar explícitamente una intervención contra su propio país
Solo en una oportunidad la oposición se había rebajado a solicitar explícitamente una intervención contra su propio país. En 1902, tras su derrota en la revuelta “Libertadora”, promovió una agresión de Inglaterra, Alemania e Italia, que con 15 acorazados bloquearon y bombardearon Venezuela. “La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la patria”, proclamó el presidente Cipriano Castro, y todo el país, incluido el doctor José Gregorio Hernández, se alistó para resistir. Los acorazados levaron anclas. Es el tema de una película de Román Chalbaud, sin estrenar hace tres años porque faltan unas divisas para pagar efectos especiales.
2 Hoy, la planta insolente de la OEA pretende profanar el sagrado suelo de la patria. Tristes antecedentes tiene en nuestro país. En 1954 celebró en Caracas una conferencia interamericana, de la cual surgió el aval para derrocar el gobierno democrático de Jacobo Arbenz en Guatemala. La mañana del 11 de abril de 2002, el embajador de Estados Unidos Charles Shapiro apareció en todos los periódicos declarando que Venezuela estaba “fuera de la Carta Democrática de la OEA”, legitimando así el golpe que como por casualidad ocurriría horas después. La OEA no tomó medidas contra el dictador Carmona Estanga; solo a instancias del movimiento social colombiano Minga preguntó sobre el destino del “señor Chávez” en carta en la cual reconocía al “Ilustrado” gobierno del déspota.
3 A tal organización, tales procedimientos. La OEA fija una reunión contra Venezuela en Washington, y niega la visa a los funcionarios que van a defenderla. Así cualquiera gana. El secretario de la OEA Almagro pide por cuenta propia aplicación de la Carta Democrática, petición que solo puede cursar el gobierno afectado -y no una parte de él- y solo procede con acuerdo de las dos terceras partes de los países miembros. El embajador Bernardo Álvarez solicita una reunión del Consejo Permanente, con una agenda propia. Esconden la solicitud de Álvarez, y convocan otra, con agenda diferente. Álvarez debe lograr que pospongan la segunda reunión; se discute la agenda propuesta para la primera, y la mayoría aprueba el llamado al diálogo promovido por Venezuela. Ni Carta Democrática, ni intervención ni referendo para esta noche. No: el diálogo que el bolivarianismo trata de entablar desde 1998. A levar anclas, por ahora.
/N.A