Opinión

La MUD vs Pacquiao

Sufrí la pelea del siglo en compañía de un escuálido. La mañana del sábado me llamó Alexis, un opositor furibundo pero gran amigo, para preguntarme si podía ir a casa a ver el combate

Sufrí la pelea del siglo en compañía de un escuálido. La mañana del sábado me llamó Alexis, un opositor furibundo pero gran amigo, para preguntarme si podía ir a casa a ver el combate. “Seguro”, le dije. Política aparte, compartimos aficiones deportivas. De muchacho, nos íbamos al río Tigre, donde nos calzábamos los guantes para ganarnos la entrada al cine Rex. El Negro Bomba nos daba un real para que nos entráramos a piña. Dimos y nos dieron, todo por “El Enmascarado de Plata” y alguna mirada en matinée.

No les relato la velada round por round porque ni soy un cronista sádico (aunque escribía en El Sádico Ilustrado) ni mis lectores son masoquistas. Desde el quinto asalto Alexis lucía abatido. Esperó en vano que la monotonía sobre el ring cambiara. Al final, se levantó y protestó: “Ya he tenido otras veces esta sensación, yo la conozco”.

Al preguntarle cuándo se sintió así, rezongó: “Cada vez que perdemos unas elecciones, con o sin trampa”. Se refería a que la MUD y La Salida prometían en todas las contiendas una victoria histórica y convocaban a sus bases para “La pelea del milenio”. Así ocurrió en 2013, cuando convirtieron unas municipales en un plebiscito nacional. Igual sucedió en el referéndum de 2004, o cuando creyeron que Carmona los “libertaría”, al grito de “ni-un-paso-atrás”.

La MUD vive en un ultimátum permanente. La gente se molesta con Mayweather y Pacquiao, pero aunque se llenen de dólares, ellos son marionetas en el negocio del boxeo. La oposición criolla tampoco se gobierna y los guiones se los impone el Norte. Los medios nacionales se encargan de abultar sus posibilidades reales. Lo demás lo hace el candidato de turno con eso de prometer el fin de la historia en unos comicios parroquiales.

La MUD se cree un Mayweather que habla hasta por los codos y considera al chavismo un lesionado Pacquiao. Desde esa superstición, ofrece a sus bases una “pelea del siglo”, cobra 150 mil bolos por candidatura y, cuando rueda, ni siquiera devuelve las entradas. Por eso mi amigo Alexis, luego de cada elección, se siente como estafado, con el manguito rotador astillado y sin los millones consoladores de Pacquiao.

Earle Herrera

Profesor UCV

/N.A

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