Heroína de ébano
En marcha popular y cívico militar, los restos simbólicos de la heroína de ébano, Juana Ramírez, fueron trasladados al Panteón Nacional a fines de octubre del año 2016. De este modo, se hizo un acto de justicia en reconocimiento a su papel protagónico en la gesta independentista.
Juana, conocida como La Avanzadora, porque siempre estuvo a la vanguardia de las tropas patriotas para hacer frente al enemigo, es la sexta mujer y la primera afrodescendiente en ingresar al máximo altar de la Patria. Ella, negra liberta, es ejemplo de lucha y dignidad, y una de las miles de heroínas que día a día florecen en nuestra tierra.
Rebeldía afro
Fue innegable heredera del legado de lucha liderado por nuestras hermanas y hermanos africanos, quienes, pese a haber sido secuestrados y traídos como mercancía, protagonizaron innumerables levantamientos e insurrecciones por su libertad. De hecho, ya en el año 1537, en las ordenanzas de Nueva Cádiz, aparecen las primeras regulaciones establecidas por el poderío imperial, a fin de sancionar con castigos que iban desde latigazos, mutilaciones de manos o pies, castraciones y hasta la muerte, a los esclavos y esclavas que se rebelaran.
Sin embargo, el deseo de libertad no fue aplacado y entre los levantamientos que tuvieron lugar, podemos mencionar: la revuelta impulsada por el Negro Miguel en las minas de oro de Buría, cerca de Nirgua, estado Yaracuy, entre 1553 a 1556, que impulsó, además, la lucha jirahara; la sublevación de negros perleros en la Isla de Margarita en 1603; la sublevación de Andrés López Rosario, Andresote, en los Valles de Yaracuy, en 1732; la rebelión de Guillermo Ribas en 1771; y la insurrección de José Leonardo Chirino, donde se proclamó la Ley de los Franceses, a saber: la libertad de los esclavos y la supresión de los impuestos. Vale destacar que, además de indígenas, estas insurrecciones también contaron con la participación activa de las mujeres.
Mujer de armas tomar
Juana nació el 12 de enero de 1790. Algunos dicen que fue en Chaguaramas, tierra guariqueña, y que llegó a Maturín, tras la migración a Oriente, otros que fue en Chaguaramal, cerca de Maturín, en una hacienda cacaotera. Su madre fue una esclava de nombre Guadalupe y su padre, probablemente Andrés Rojas, general del ejército patriota, quien encomendó su crianza a Teresa Ramírez de Balderrama.
Desde pequeña aprendió a cabalgar, y mostró su vocación por los ideales de libertad. Obtuvo su liberación, trabajó la tierra, se hizo lavandera; y tras los hechos del 19 de Abril de 1810, se sumó a ese pueblo que se hizo ejército para repeler a los realistas. En la lucha independentista, algunas mujeres se ocuparon de garantizar la alimentación de la tropa, la costura de los uniformes de los soldados, el cuidado de los adultos mayores, niños y niñas, heridos y enfermos, o bien fueron estupendas mensajeras. Pero, también, muchas fueron de “armas tomar”, y estuvieron en el campo de batalla como fusileras, cañoneras o armeras; elaboraron municiones, cavaron trincheras y recuperaron armas tras finalizar los enfrentamientos.
Cuentan que Juana se unió, junto a campesinos, artesanos y pardos, a las milicias patriotas, cuerpos combatientes similares a las tropas impulsadas por el movimiento de Gual y España, denominadas “Los sin camisa”, que proclamaban la libertad. De hecho, se especula que hasta la Carmañola americana coreaban.
Batería de mujeres
Entre 1813 y 1814, organizó y lideró la Batería de Mujeres, batallón de luchadoras que acompañó a Bermúdez, Piar y Monagas, en la resistencia y defensa de Maturín; el cual se trató de “(…) una compañía de artillería, que manejaban cañones tan hábilmente como los hombres (…)”. Junto a Juana participaron Graciosa Barroso de Sifontes, Marta Cumbale, Guadalupe Ramírez, Dolores Betancourt Mota, Juanita Ramírez, Rosalía Uva, Lorenza Rondón, doña María Antonia Ramírez, María Josefa Rodríguez, María Romero, Vicencia Gómez, Juana Carpio, Luisa Gutiérrez, Isidora Argote, Valentina Mina, Carmen Lanza, Rosa Gómez, Eusebia Ramírez, Josefa Barroso, Carmen Sarmiento, María Hurtado y doña Pascuala Infante, entre otras.
La Batería de Mujeres participó en: la Primera batalla de Maturín (20 de marzo de 1813); Segunda batalla de Maturín (11 de abril de 1813); en la Tercera batalla de Maturín (25 de mayo de 1813); Cuarta batalla de Maturín (8 de septiembre de 1814) y en la Quinta batalla de Maturín (11 de diciembre de 1814). La jornada que marcó un hito en la defensa de Oriente fue la Tercera Batalla o la Batalla del Alto de los Godos, y cuya victoria se obtuvo gracias al arrojo, la valentía y la pólvora patriota de la Batería de Mujeres, cuya acción logró que Monteverde ordenara la retirada, dejando en el campo de batalla baúles, pertrechos, armas y cañones. Cuentan que en plena huida, Juana avanzó velozmente, tomó la espada de un soldado realista y la alzó como símbolo de victoria. Inmediatamente, gritos de ¡Viva la patria! volaron por los cielos.
Entre las diversas coplas de tradición popular dedicadas a las batallas de Maturín, recopiladas por el maestro Pedro Elías Marcano, encontramos la siguiente estrofa: “(…) Los españoles llegaron a rendir a los patriotas, y de Maturín salieron sufriendo grandes derrotas (…)”.
Juana murió en 1856, en Guacharacas (hoy San Vicente), cerca de la ciudad capital. Al cumplirse el centenario de las campañas orientales en 1913, las damas maturinesas colocaron una placa frente a la plaza Piar de Maturín, para recordar que allí estuvo situada la Batería de las Mujeres. En 1975, el Comité de Damas de la 58° División de Infantería erigió un monumento sobre su tumba, y cuya placa reza así: “Aquí yacen los restos mortales de la heroína Juana Ramírez “La Avanzadora”, máxima exponente de la mujer monaguense, 1790-1856”. Desde 1952, está en la avenida Bolívar de Maturín un hermoso monumento en su memoria, realizado por el escultor italiano Renzo Bianchini.