Opinión

¿Hay tantos ni-ni?

¿Será cierto que la mitad de los electores venezolanos está en posiciones ni-ni? Es decir, que no comparten ni con el Psuv ni con la MUD sus inclinaciones políticas. La encuestadora Hinterlaces reveló que 51% de los consultados marcaron distancia de ambas tendencias. La verdad es que esa situación siempre aparece antes de las elecciones presidenciales, y gradualmente, en la medida en que se acerca el día de la votación, disminuye sensiblemente hasta expresarse en dígitos. Esta vez, sin embargo, el porcentaje es muy alto, como en ninguna ocasión anterior.

Aparentemente habría dos motivaciones: por una parte, la subsistencia de problemas que afectan la vida de los venezolanos, como son la escasez y los altos precios, que se manifiestan en las largas colas con las cuales terminará 2016, y como no lo habríamos creído, empezaremos el nuevo año. Es natural que mucha de esa gente, votante del chavismo, seguramente hoy no esté decidida a hacerlo, y hasta es probable que piense en la abstención.

Y en cuanto a marcar distancia de la oposición, se entiende porque ese votante de hace un año, cuando le dio mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, debe estar decepcionado, pues aunque votó por la MUD y sus candidatos, lo hizo como expresión de su descontento. Y en todo caso, esa oposición no supo aprovechar el poder que tenía, y en lugar de administrarlo racionalmente creyó que tenía todo el poder; que, como dicen en San Felipe, tenía a Dios cogido de las barbas.

¿Qué pasará con esa tendencia? Los entrevistados de José Vicente Rangel del domingo pasado, Maryclen Stelling y Oscar Schemel, piensan que puede convertirse en una tercera fuerza, en una opinión distinta, equidistante.

Quiero expresar mis dudas. En primer lugar, ese porcentaje de ni-ni, que, repito, no es novedad aunque ahora en magnitudes mayores, va a disminuir progresivamente, y de acuerdo a la capacidad organizativa, de movilización y persuasión, el chavismo, que tiene un liderazgo y ha demostrado en las calles sus fuerzas, y si, como se supone, el Gobierno lograr resolver aunque parcialmente el problema fundamental de la economía, debe recuperar buena parte de esa votación. Y es difícil suponer que igualmente ocurra con la MUD, sin esa capacidad organizativa, con la calle perdida, o más exactamente, ausente de la calle, sin unidad de acción ni liderazgo central, y con pobres resultados que ofrecer con esa mayoría.

Libros de fin de año

Debo registrar la recepción de varios libros. El primero fue Aquí y ahora, de Eduardo Fernández, con algunos de los artículos publicados en Últimas Noticias, editado por la Fundación Alberto Adriani. Allí encontrarán su pensamiento político actualizado. Otro es una nueva edición de ¿Por qué se ha reducido el territorio venezolano?, de Earle Herrera. Se trata de un reportaje interpretativo que no pierde actualidad. Y en mi caso vino acompañado de Cáliz de huesos para Zenaida en Noel, la madre de Noel Rodríguez, estudiante desaparecido en años de la IV y cuyo cadáver fue recuperado hace poco. Un tercero llegó de más lejos, me lo envió desde México el colega y amigo Jesús Astudillo. Se trata de El imperio del Chapo, a quien la revista Forbes considera “uno de los hombres más ricos del mundo”; Estados Desunidos en América, de Julio Camino, sobre las tendencias secesionistas en EEUU, y el más reciente, El sistema electoral venezolano, de Ignacio Avalos, Luis Lander y Carlos Medina, con reflexiones “a la luz de las parlamentarias de 2015” y la revista de la Embajada de Venezuela en Guatemala, dirigida por Helena Salcedo.

Párrafo aparte para Atletismo venezolano: la historia que no cesa, de Cándido Pérez y Andrea Herrera, hace poco bautizado con un nutrido público. Trabajaron bajo presión para entregarlo a tiempo, lo que explica algunas omisiones como el relativo al primer Campeonato Nacional de Atletismo, celebrado en 1948 con delegaciones de siete estados, y bajo la conducción de Andrés Miranda, presidente de la Federación Venezolana de Atletismo. Igualmente faltaron los récords nacionales, los primeros reconocidos y los vigentes. Pero tiempo habrá para una segunda y más modesta edición.

Desde 2012 estaba Alepo, la segunda ciudad siria, en manos de los terroristas apoyados por EEUU, Turquía y varios países de Europa; ahora fue posible anunciar que fue liberada por el Ejército Sirio con el apoyo de fuerzas militares de Rusia. Ha sido un gran triunfo, en tanto derrotó a unas fuerzas combinadas de varias potencias que han estado al lado del llamado Estado Islámico.

No se han producido opiniones contrarias a la decisión del Gobierno de invalidar los billetes de Bs 100. Demostrado cómo se llevaban de contrabando a Colombia camionadas de esos billetes, y millares de ellos pasaban a países europeos, donde están o estaban depositados en galpones, y que incluso los “lavaban” para falsificar dólares. Fue un duro golpe a esas mafias. Unos, como Fedecámaras, dijeron que había sido una medida “apresurada”, y otros, retrasada. Pero en el fondo, comenzando por la banca, la consideran indispensable, necesaria. No han aparecido voces discrepantes. Salvo el silencio de la oposición. Lo cuestionable han sido las informaciones contradictorias que, no obstante tan importante materia, que afecta a millones, no ha tenido la debida coherencia y homogeneidad indispensables, y que ha generado tanta incertidumbre y confusión, incluso disturbios en algunas ciudades. Y todo, en plenas Navidades.

Como Últimas Noticias no circulará el domingo 25 ni el 1º de enero, esta página estará ausente hasta el segundo domingo de 2017, aunque pueden aparecer comentarios míos según los acontecimientos. Y desde ahora, les deseo felices Navidades y un próspero año nuevo, como se decía antes.

Ustedes no lo van a creer, pero a pesar de mis notas aquí, incomunicado como estoy por deficiencias de Internet, no ha sido posible que la Cantv me solucione el problema, que, por supuesto, no es solo mío.

La crisis del Mercosur

Lo que ocurre en el Mercosur, con ese empeño de desconocer a Venezuela el ejercicio de la presidencia pro témpore y hasta de expulsarla, es el inevitable resultado de las pérdidas sufridas por el campo progresista continental, cuando se desprendieron Brasil y Argentina. No es poca cosa. Cambios como ese tenían que reflejarse en las políticas regionales, en la OEA y en el Mercosur, y seguramente en Unasur.

Iba a resultar difícil para Uruguay mantener una posición de equilibrio, de respeto a las normativas internas y, en consecuencia, apoyar a Venezuela en su demanda de mantenerse en la presidencia pro témpore. Pero no se trata sencillamente de una cuestión regional, de las nuevas políticas argentina y brasileña, en tanto hay intereses muy poderosos en el Norte que presionan por esa línea de sacar a Venezuela de ese organismo, y habrán presionado a Montevideo para que asuma una posición coincidente con las de Argentina, Brasil, y Paraguay. Su resistencia explica su ambigüedad.

Lo más absurdo es el argumento que ofrecen: Venezuela no ha cumplido con las normativas de Mercosur. Ocurre que precisamente es Venezuela el país que más normativas tiene aprobadas, 1.479 de un total de 1.563, es decir, solo queda pendientes 5%. En cambio, Brasil, fundador de Mercosur, tiene 42,4% por aprobar; Uruguay, 42,40%; Argentina, 37%, y Paraguay, 32,12%. Como ven es abismal la diferencia.

Todo parece indicar que Mercosur volverá a ser el organismo que fue antes, solo para el comercio de las grandes empresas y de intercambios comerciales. Todo el contenido distinto, de mayor profundidad, que había logrado Chávez con el concurso de Brasil, Argentina y Uruguay, será cosa del pasado. ¿Vale la pena permanecer en un organismo como ese, con integrantes que adversan las políticas venezolanas y a los que poco les importa la integración latinoamericana y caribeña, y prefieren regresar a unas armónicas relaciones con EEUU?

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