Fracaso mascachicle
El antichavismo, adicto a al fracaso, nunca había tenido un momento tan bajo, y mira que han tenido momentos que la historia quisiera olvidar -y no puede-, pero como éste, ninguno.
La gente decente y pensante de este país, uno no entiende cómo, terminó dejándose arrastrar por los delirios de grandeza de un psicópata de metro y medio, que los enreda, que los hunde, que los pulveriza. Si yo fuera muy malpensada y me creyera el cuento del G2 cubano, diría que Audi Guevara es un agente infiltrado para acabar con la oposición.
Lo que empezó hace 4 meses con lo que debía ser una protesta libertaria, a la que se sumaron las eternas señoras con gorrita y koalas incrustados en lo que una vez fue la cintura, sus maridos con bermudas mayameros, los mascachicle manos blancas, las mamás del colegio, los comerciantes, desde sus tiendas abiertas y haciendo caja, el doctor, dispuesto a sacrificar unos días de consulta en pro de la libertad… Una cosa que debía resolverse en 15 días y que todos estaban dispuestos a asumir. Pero no contaban los marcharines con la violencia encapuchada que los convertiría en rehenes del odio.
Cuatro meses con resultados políticos, económicos y sociales, espantosos. Cuatro meses que se apagan con oootro llamado a oootro trancazo que nadie quiere acatar. ¿Para qué? Si ya la ilusión inmediatista del golpe recibió su estocada final con un plebiscito y una “Hora Cero” que ni siquiera despeinaron a Nicolás.
Trancazo-Paro-Huelga de 48 horas, tuitea el líder de metro y medio, y un chorro de insultos recibe de sus seguidores. El paro fue un éxito, vuelve a tuitear, y la paciencia agotada de su gente agota el catálogo de insultos, mientras le exige que acepte la realidad.
La realidad es el fracaso: Guevara, y la Generación Mascachicle, con meticulosa torpeza, condujeron al antichavismo al más hondo de sus fracasos, de esos de los que no se vuelve. Desinflaron a la oposición al punto del hartazgo, a la vez, reanimó al chavismo mostrando una vitrina del país destrozado por el odio, y bañado en sangre al que el liderazgo opositor aspiraba. La Generación Mascachicle logró un imposible, que más del 80% de los venezolanos, chavistas o no, se unieran en rechazo a la violencia que esos irresponsables nos quieren imponer.
Finalmente y como siempre, vencerá la paz.