Fábula del perrito seco
Juan Manuel Santos se anotó rapidito, porque nadie en estas tierras tiene más pedigrí que él
Entonces el perrito se secó. Duró poco más de año y medio echado en la alfombrita, el obediente perrito amaestrado por su amo gringo, que a la hora de la chiquita ni un huesito le lanzó.
Hemos visto perritos en nuestras tierras, la historia, tristemente, está llena de ellos. Lo que nunca vimos fue uno que admitiera serlo, meneando la colita fascinado, haciéndose pipí de la felicidad de ser un perro con amo. Empeñado en la vergonzosa misión de hacer de nuestro continente una gran alfombrita, auto erigiéndose como líder de una infame manada, se inventó un club canino donde solo mueven la colita los perros de pedigrí.
Juan Manuel Santos se anotó rapidito, porque nadie en estas tierras tiene más pedigrí que él. Santos de los Santos de toda la vida, de los que siempre han mandado en Colombia según les manden a mandar desde el norte. Santos, el perro más fino, que por no apurarse, por no ser gringo como el peruano perruno, no fue el perro alfa de aquella rastrera manada. ¿Quién iba a decirle que habría una vacante tan pronto? ¡Qué mala suerte que Santos ya va de salida!
Macri que saliva como ninguno cuando ve las barras y estrellas, que mueve esa colita con desparpajo y sin una pizca de gracia, ladra desde el club canino y pela los dientes de lejos, siempre de lejos, con el gringo grandote detrás, como el cobarde perrito alfombrero que es. Macri ve la alfombrita vacía y aúlla de ganas, pero mordiéndole la cola tiene a Piñera, que está reestrenando turno al bate y viene con los dientes pelados ladrándole a Venezuela.
Porque de eso se trata esta perrada, de ladrarle a Venezuela que no se deja amaestrar. Que seamos todos perros para que ellos no se les note tanto, para que sus pueblos no se contagien de la dignidad venezolana y se rebelen, y les saquen la alfombrita, y los boten a patadas.
Aunque a patadas los saca su amo cuando se vuelven molestos, cuando ponen la plasta en medio de la alfombrita y el hedor es tal que no hay prensa amiga que pueda taparlo. Cuando hay un perro más simpático, cuando al amo le de la perra gana, porque para eso es el amo y el perrito es un perrito. Así le pasó al perrito alfa del Grupo de Lima, que ladrándole a Maduro, prometiéndole su fin, no vio que el suyo estaba tan cerca.
Moraleja: Perro que ladra no muerde, y si le ladra a Venezuela, se seca.
Carola Chávez
@Tongorocho