Exvicepresidente de Ecuador cumple 28 días en huelga de hambre
Desde su traslado a un lugar donde no está cerca de su familia ni de su defensa, lo cual, de acuerdo con sus representantes legales, es una violación evidente, Glas adoptó la medida, que ya derivó en la necesidad de recibir atención médica en un hospital capitalino, donde le suministraron alimentación intravenosa.
Su situación ha sido denunciada dentro y fuera del país por su esposa, su madre, excompañeros durante el gobierno del presidente Rafael Correa, juristas y asambleístas extranjeros, organizaciones sociales y grupos políticos.
Hasta el momento, no se han pronunciado al respecto el ejecutivo liderado por el dignatario, Lenín Moreno, ni la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos humanos, Michelle Bachelet, o la Cruz Roja Internacional, a quienes se les ha solicitado verificar las violaciones.
No obstante, la lucha se mantiene en las calles, en las redes sociales y a través de misivas a entes internacionales, ante el debilitamiento del exvicemandatario, quien padece de hipertensión, gastritis y espondilitis anquilosante, considerada una enfermedad catastrófica.
Entre las acciones más recientes, consta la solicitud de su madre de 81 años, Norma Espinel, al Congreso de España, para que se sumen a la lucha por la liberación de Glas y denuncien públicamente su situación.
‘Por favor, les pido revisen este caso de violaciones al debido proceso y garantías de derechos humanos y presionen desde su posición para que sus perseguidores rindan cuentas de sus actos y liberen a mi hijo’, enfatizó en su misiva a los diputados españoles.
Por otra parte, David Araméndiz, observador internacional en el caso, constató, tras una visita a cárcel de Latacunga, violaciones a los derechos humanos del exvicedignatario, las cuales hizo públicas y están disponibles en las redes sociales.
Entre las irregularidades señaladas, refiere que en sus primeros días en ese centro de rehabilitación, a donde fue transferido el 21 de octubre, no tuvo acceso a un baño y debió realizar sus necesidades básicas en su propia celda y en una botella.
La falta de salubridad y de condiciones para atención especializada a sus padecimientos, fueron otros de los hallazgos negativos del veedor, quien realizó la visita el pasado 25 de octubre, invitado por el Instituto de Pensamiento Político y Económico Eloy Alfaro.
Glas permanece preso desde octubre de 2017, cuando se dictó prisión preventiva en su contra luego de ser vinculado a las indagaciones por pagos de coimas a cambio de adjudicación de obras, por parte de la constructora brasileña Odebrecht.
El propio vicemandatario, su defensa y juristas internacionales sostienen que es inocente y hasta el momento no se ha podido comprobar el delito de asociación ilícita, por el cual lo condenaron a seis años de privación de la libertad.
Para muchos, su caso es el mayor símbolo de persecución política latente en este país sudamericano, donde varios exfuncionarios del gobierno de Correa han sido separados de sus cargos o pende sobre ellos alguna investigación judicial.
Contra el propio expresidente está en marcha un proceso, por el supuesto secuestro de Fernando Balda, en 2012, en Colombia, que a juicio del líder de la llamada Década Ganada, es una trama para inhabilitarlo políticamente.
La huelga de hambre de Jorge Glas y la falta de pruebas que demuestren el delito por el cual se le acusa, lo han convertido en una bandera de lucha contra la judicialización de la política en Ecuador y otras naciones.