A ese mapa le falta algo
Recuerdo que cuando era chamo, un carajito pues, y me mandaban a dibujar un mapa de Venezuela como tarea para la escuela, me daba como ladilla trazar la parte del Esequibo. Siempre pensaba -por flojera, claro- entre dibujar o no esa cola de Venezuela que siempre había que rayarla toda sin ningún sentido para mí.
Mi papá, el viejo, que era como el policía de mis tareas, más de una vez se acercó a mis espaldas para decirme sin más explicación después de un sendo lepe: "A ese mapa le falta". No había de otra, tenía que dibujar el mapa completo. Y así entre dudas, flojera y regaños de mi papá, fui aprendiendo a dibujar nuestro mapa de Venezuela completo. Pero sólo a dibujarlo, no a defenderlo.
A medida que crecía, cada vez que veía a Venezuela sin el Esequibo sentía como una sensación de rechazo ante la imagen, una impresión de que a mi cuerpo le faltaba algo, un brazo, una pierna, qué sé yo; era una sensación visual ante esa Venezuela incompleta a la que me enseñó mi viejo a dibujar correctamente. Pero sólo era una sensación. No un reclamo. Tal vez lo mismo le pasaba a mi papá (viejo obrero de construcción casi sin estudios que no fuesen más allá de a lo que se dedicaba: hacer con las manos) que me pedía completar el dibujo con sólo esa frase: "A ese mapa le falta"
Cuando me dediqué a recorrer el país, estado por estado (ojalá pudiera ser pueblo por pueblo, sería más de pinga), jamás he pensado en el Esequibo como destino de alguno de esos viajes. ¿Adónde quiero llegar con todo esto? Ah, que tengo que reconocer que nunca, jamás, me importó el Esequibo pa un coñoemadre más allá de esa frase del viejo: "Ese mapa está incompleto". Y si somos sinceros, creo que todos o una gran mayoría de nosotros y nosotras tiene que reconocer que nos pasó igual. Fuimos viviendo nuestra historia sin importarnos el Esequibo. A eso nos llevaron libros de historia incompletos y manipulados, gobernantes indiferentes y vendepatrias y la indiferencia hacia lo que nos pertenece. Hasta que ahora en estos tiempos de revolución, Nicolás Maduro expone firmemente el caso y abre la discusión sin medias tintas para el país entero.
A raíz de todo este peo que se ha armado alrededor del Esequibo empiezo a buscar información, a indagar, a leer pues (no a Franco Vielma, me da ladilla leerlo), ¿y con qué me encuentro? Coño, que yo mismo fui un verdadero vendepatria, que yo mismo, y usted también señor o señora lectora, le entregamos el Esequibo a Guyana, que debí pararle bolas a mi viejo cuando me decía "a ese mapa le falta", y revisar a fondo esa frase porque cuando leo todo el malandreo estafador con que esos carajos se metieron allí, instaladísimos están, se despierta senda arrechera en uno. Nada más lo hechos recientes, pues, sin incluir todas las estafas pasadas.
Vainas como que esos landros en junio de 2012, ahí mismito pues, entregaron el bloque Roraima a la empresa trasnacional Anadarko para exploración petrolera sin decirnos un coño, manteniendo en secreto la ubicación de la concesión. Coño e su madre vale. Eso es como si, imagínese usted que, vinieran unos carajos y le vendieran, qué sé yo, el Churún Merú a los gringos en secreto salvando todo el peo arbitral que históricamente existe. Bueno, así lo veo yo.
Y más recientemente, pa más arrechera, los hijos de puta (las putas son mis amigas, no sé por qué las meto en esto) los coñitos anuncian que van a empezar una exploración petrolera en las aguas del Bloque Stabroek por la compañía gringa (esos gringos sí joden, no joda) Exxon Mobil. O sea, alguien viene, se mete en su patio, donde tiene sembradas sus lechocitas, auyamas y sábilas y se las vende a un coñoemadre que lo que quiere es quedarse hasta con su casa. Pero si usted se lee la historia completica desde que empezó el peo, por allá desde el XIX, le va a dar más arrechera, seguro, y me entenderá mejor.
Ciertamente Maduro comprendió los tiempos y ya es tiempo de que todos, desde nuestros niños y niñas, jóvenes, adultos, todos entendamos el significado de que el Esequibo es nuestro.
/N.A