Opinión

En una cueva de la MUD

Porlamar sigue ahí, acostada a la orilla del mar que lanza espumas de rabia hacia la orilla por el potro de la basura que recorre las calles y llega a la playa, mientras tanto sus autoridades locales andan por otros municipios brindando cervezas e inaugurando torneos deportivos, en una desesperada campaña que aspira la gobernación, pero dejando atrás su tierra de desamores, donde fueron elegidas para gobernarla y lavarle el rostro sucio por las incumplidas promesas que siguen en los afiches y las palabras del olvido.

  Precisamente por la ciudad marinera, cuna de Francisco Narváez, andaba el periodista Pedro Cuartilla, quien antes de bajarse de su malibú, había escuchado una denuncia en su emisora favorita Mundial Margarita (1020AM, 92.9FM y www.radiomundial.com.ve), sobre el estado de abandono de la capital comercial de Margarita. Caminado por el boulevard Guevara, se encontró con Alfredo Richard Ávila Rojas, un amigo opositor quien le comentó: “Te digo Cuartilla y sin que lo repitas, que estuve en una cueva o mejor dicho en una reunión de gente de la oposición y de verdad que aquello era de Padre y Dios nuestros, porque todos ahí quieren opinar y tener poder; ahí no hay un poquito de humildad; ahí lo que hay es revanchismo de unos contra otros, y culpándose entre éllos, y más se alebrestan cuando una periodista o alguien de la oposición habla mal de sus supuestos líderes, tal como pasó cuando Patricia Poleo le cayó a cuero al pobre Capriles Radonski, quien ya no tiene nada que buscar ahí; y ahora viene Marianela Salazar y descubre públicamente el agua tibia y dice que a Ramos Allup, se le vuelan los tapones, y eso cae como un baño de agua caliente en sus seguidores, pero como un refrescante guarapo de papelón con limón a quienes lo adversan dentro de ese nido de alacranes que llaman la Mesa. Porque, claro ¿quién en la juventud que tenemos va a estar apoyando a Ramos Allup?”.

– Sin embargo, dijo el periodista, hay quien lo apoye.

– Así es, amigo, y es lo lamentable, y eso yo lo discutí dentro de esa cueva donde estuve, porque, caramba: ¿quién diablo va a creer que un señor como ése, representa el futuro del país? Nadie, por muy antichavista que sea.

  El periodista, escuchó un rato más a su amigo opositor, siguió su camino y llegó  hasta un negocio donde debía comprar algo que necesitaba.

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