Opinión
El circo del terror
Los atentados de Paris dejaron, además de ciento veintiséis lamentables muertes, sopotocientos periodistas corriendo al lugar de los hechos, salivantes, para jurungar la tragedia, para ser sus protagonistas: selfie en aeropuerto, selfie en el hotel, selfie frente teatro donde la sangre seguía fresca, todos con caras compungidas, eso sí, para la puesta en escena. Se abre la temporada del circo del terror.
El mundo occidental pegado a la pantalla, conmovido y horrorizado porque esos muertos, que suelen ser ajenos, lejanos, siempre parte de la normalidad del acontecer mundial, ahora son propios. El mundo ahora sí está en peligro. Entonces las banderitas en la redes sociales, las fotos de mis vacaciones parisinas y las etiquetas. ¡Clic! Que sepa el mundo que Je suis Paris
Un músico toca su piano frente a Bataclan, otro compone una canción relámpago y la cuelga en Youtube. Una modelo francesa, desde una playa española, cuelga un topless en Instagram con un mensaje de solidaridad. Bajo la silicona de sus pechos, su corazón arrugado de pena. Estrellas fugaces de los medios.
En Europa se cancelan importantes juegos de fútbol, pero no el Madrid-Barça que será custodiado por miles de policías para garantizar que nada atente contra los millonarios derechos de transmisión y así el mundo pueda ver su juego en paz, a pesar de Siria, Yemen, El Líbano, Nigeria, Palestina, Iraq… ¡Gooool!
Alarman los aterrizajes por falsas amenazas de bomba en el viejo continente, pero la bomba que hizo estallar a un avión ruso con 224 pasajeros, ni de vaina nos arrancó un solo je suis russe.
Y aunque los terroristas de Saint Denis eran europeos, Francia bombardea Siria. Qué carajo, allá no hay Champs Elysees que nos partan el alma, pero sí está Al Assad quien, según John Kerry, es el único culpable por no dejarse tumbar por el mismo ISIS que ahora occidente dice combatir. Incoherencias que el banal circo del terror no nos deja ver porque estamos viendo que los terroristas también mataron a Diesel, la heroica perra policía que cayó en el cumplimiento de su perruno deber ¡qué dolor, qué dolor, qué pena! Je suis Diesel.
Mientras tanto, en las bolsas de valores de Nueva York, Londres y el mismísimo París, las acciones de las empresas armamentistas se disparan… nunca mejor dicho. Nous sommes bolsas.
carolachavez.wordpress.com