Opinión

El Bigott de los pobres

Luis Bigott fue rico en militancia y solidaridad

Me encontraba almorzando en una taguara cuando alguien se me acerca y me dice: “¡Profesor, busqué por internet al señor ese del que usted habla tanto, ese tal Luis Bigott, ya tenía tiempo de muerto!”. “No, compañero, –le dije– de ese yo no he hablado”. Se refería el interlocutor al creador de la industria cigarrera en Venezuela y que en 1922 se asociara a la British-American Tobacco Company para afianzar su emporio nicotínico. “Yo hablo del Bigott educador”. Haciendo alarde de lo leído en la red, me dijo: “Pero ese empresario en 1936 le dio al presidente Eleazar López Contreras un Plan de Instrucción Pública y hasta propuso la creación de un Banco Central”.

“Mire, mi apreciado comensal, el Bigott del que usted habla es el Luis Bigott rico en dinero, el de la oligarquía valenciana de la Cosiata, y ese plan educativo que le hizo llegar a López Contreras, miembro de la alianza anticomunista, estaba más cerca de la visión de Domingo Sarmiento que de la educación popular de Simón Rodríguez o de los enfoques de Andrés Bello, Mariátegui y Gabriela Mistral. Una educación y un Banco Central viniendo de este Bigott solo satisfaría las apetencias de los ‘amos del valle’”.

“¿Cree usted que estos ojos están empañados por el Bigott malo? Yo hablo del maestro que cuando ‘niño lo lanzaban calle abajo, de puerta en puerta, como simple recolector de ropa vieja’. El que decía ser ‘analfabeta, camionero, maestro rural de un tiempo ido, estudiante perdedor de mil lecciones traicionado por los textos y la sintaxis, embustero en aulas sin jardines, trotamundos, escribidor de textos inconsultos, caminador de calles sin salidas, dramaturgo, poeta sin sentido, cuentista de ayer casi borrado, dibujador de signos en las esquinas’”.

“Espero que ahora sepa usted que hablo del Bigott rico en militancia y solidaridad, en sabiduría y humor, del que estudió la cultura africana, indígena, comunera, del alumno de Fals-Borda y Paulo Freire, del amigo de Fidel Castro. Yo hablo del Bigott que no creía en las limosnas y migajas que ofrecía el otro Bigott en su hacienda San Luis para que sus trabajadores vivieran cerquita de la fábrica. Yo hablo del Bigott de los pobres”.

/N.A

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