Dulcería criolla crece en Lara
Dulce de leche, quesillo, tortas en sus más variadas formas y sabores, cocadas y paledonias o catalinas, como le dicen en el estado de Lara. La sazón de la dulcería criolla, especialmente la del estado Lara, crece en esta entidad federal del centro-occidente venezolano, por iniciativa de un grupo de madres procesadoras que trabajaban para la Fundación del Programa de Alimentos Estratégicos (Fundaproal), institución del Gobierno encargada del programa que atiende en materia de nutrición a los sectores socialmente más vulnerables del país, y que lleva por nombre Casas de Alimentación.
Mujeres emprendedora de diversos sectores larenses, particularmente de las ciudades de Barquisimeto y Cabudare, se constituyeron en Unidad de Producción Social (UPS) para hacer de la dulcería criolla una plataforma de manutención familiar propia y prolongar la tradición ancestral venezolana de la dulcería criolla y popular.
Todo comenzó con Fundaproal
El dulce de leche sabe a gloria; el quesillo, a paraíso terrenal. Los dulces, las tortas y las catalinas de estas unidades larenses de producción familiar son una delicia.
Míriam Perozo, una de las integrantes de la unidad de producción, recuerda que todo comenzó con Fundaproal. "Todas nosotras éramos trabajadoras de este programa de alimentación", contó Perozo en un quiosko que habilitaron el pasado viernes 30 de octubre, durante la inauguración de la Base de Misiones Alí Primera, en las inmediaciones de la Circunvalación Norte de Barquisimeto, la capital larense.
Perozo laboraba en la Casa de Alimentación del sector Eligio Macías Mujica, en el Norte de esta ciudad. "Atendíamos a las personas en condiciones de pobreza. Fue un trabajo que nos dio la gran satisfacción de atender a los más necesitados y necesitadas", cuenta.
Como parte de una propuesta de independencia de la fundación, "nos dieron la oportunidad de organizarnos y crear nuestra propia unidad de producción familiar, en algunos casos, con personas que eran beneficiarias del programa de alimentación. Nos organizamos todas las mujeres a las que nos gustaba hacer dulces criollos, y creamos la unidad".
Desde 2010 operan como red en diversos sectores de Barquisimeto, así como en Cabudare y otras áreas de Palavecino, municipio que junto con el de Iribarren conforman el Área Metropolitana de la capital del estado. "Son dulces con sabor a nuestra casa, a nuestras abuelas y bisabuelas", enfatizó Perozo, mientras invitaba a los transeúntes a degustar los manjares y los panes.
"Se trata de una experiencia que no solamente nos permite mantener la tradición de la dulcería criolla, también nos ha ayudado a independizarnos", ratifica.
21 experiencias socio-productivas
Edheika Mendoza es otra de las integrantes de la red. Ella tiene su unidad socio-productiva en su casa de Agua Viva, en el municipio Palavecino (Cabudare). "Nosotros hacemos quesillos, dulces de leche, tortas y otros aperitivos dulces", indicó la joven.
La red de unidades de producción está conformada por 21 experiencias. "Nos independizamos, pero seguimos apoyando a Fundaproal. Vendemos nuestra dulcería criolla en casas, mercales y pdmercales (establecimientos del sistema de distribución de alimentos del Estado), así como también ofrecemos nuestros bienes" a la Fundación.
En cada nuevo espacio que inaugura la Revolución Bolivariana en Lara para reivindicar al pueblo, también están ellas con sus largos gorros de cocineras populares y delantales ofreciendo su dulcería criolla, a precios superaccesibles, a todos los transeúntes, que paran por curiosidad culinaria y un poco de hambre a comprar, llevar y probar los dulces populares que saben a gloria y que estas mujeres prolongan en nuestro paladar para que la tradición culinaria venezolana nunca se pierda.