Coronagolpe
Pero la revista Time barajaba si con el coronavirus se daban las condiciones “objetivas” para un estallido popular en Venezuela
La pandemia pondrá fin, ahora sí, al gobierno de Maduro. Es el sueño acariciado por Estados Unidos y Europa, mientras el coronavirus es la pesadilla de sus pueblos. El presidente venezolano lo denunció el domingo 22 de marzo y, antes de que lo desmintieran como siempre sus adversarios, lo confirmaban The Washington Post y la revista Time, infectados medios en los que la ética periodística está de cuarentena mucho antes del estado de alarma planetario.
Como nadie espera que se esté tramando un golpe de Estado en medio de una catástrofe mundial –teoriza Roberto Malaver-, es justo el mejor momento para darlo. “No tienen paz con la miseria”, dijo Nicolás Maduro. Ni con las pandemias, diagnosticó Jorge Rodríguez. Cuando en España morían 462 personas en un día, la agencia hispana Efe estornudaba que en Venezuela no se puede vivir por la inseguridad.
Esta transnacional de la desinformación ignoraba la viga del coronavirus que danzaba en su esclerótica. Otros medios globales no andaban menos cegados. The Washington Post tosía que el sistema de salud de Venezuela no tenía las mínimas condiciones para enfrentar una epidemia, al tiempo que Nueva York pedía auxilio federal, era declarado en estado de catástrofe y California decretaba el estado de sitio.
Pero la revista Time barajaba si con el coronavirus se daban las condiciones “objetivas” para un estallido popular en Venezuela, o manque sea, para una insurrección militar, justo cuando seis aeronaves de la aviación bolivariana dibujaban en el cielo el tricolor nacional, marcial homenaje a la disciplina del pueblo venezolano.
La mediática mundial se negaba a que un virus le quitara ese manjar de la boca que ha sido el “tema Venezuela” desde que el comandante Hugo Chávez ascendió al poder. Pero el gringo infectado en Texas y el europeo hospitalizado en Roma o Madrid no le estaban parando a la obsesión de sus medios con la patria bolivariana. El yanqui común se dedicaba a comprar armas para enfrentar el coronavirus a plomo limpio y los italianos coreaban en los balcones el “Bella Ciao”. Ansiosa, la revista Time se preguntaba en su titular: ¿Podría el coronavirus derrocar al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela? Sus directivos deberían cuidarse porque esa ansiedad baja las defensas y los deja expuestos al virus de sus deseos.<