Ciencia y Tecnología

Conozca a la actriz que ayudó a que funcionen los smartphone y el Wi-Fi

Hedwig Eva Maria Kiesler, más conocida como Hedy Lamarr, además de ser una brillante actriz de la época de oro de Hollywood y una mujer extraordinariamente atractiva, desmintió el mito de que las mujeres del arte no tienen nada que ver con la ciencia. Precisamente a ella le debemos los ‘smartphones’ y conexión Wi-Fi, sin los cuales no podríamos imaginar la vida cotidiana.

Por eso, en la fecha de su nacimiento, el 9 de noviembre (de 1914), se conmemora el "Día del Inventor".

La historia de Hedy Lamarr es la historia de una mujer que logró combinar cosas incompatibles en su vida: se convirtió en la primera actriz del cine mundial que protagonizó un desnudo y también es autora de un sistema que permitió controlar torpedos a distancia. 

Antes de convertirse en una estrella de Hollywood, Lamarr participó en varias películas en su patria, Austria, donde provocó una gran polémica tras protagonizar un desnudo. Más tarde huyó de su marido y se dirigió a EE.UU. donde obtuvo fama mundial.

Nacida en Viena, desde pequeña Hedy destacó por su inteligencia y fue considerada por sus profesores como superdotada.

A los 18 años, se casó con un poderoso empresario armamentístico austríaco, Friedrich Mandl. En 1933, Adolf Hitler ya había subido al poder en Alemania, y Mandl tenía contactos importantes dentro del Partido Nazi. Era un notorio fascista en Austria y, durante los cuatro años que estuvo casado con Lamarr, casi fue una reclusa en su propia casa y, además, asistió a algunas reuniones de su marido con los principales jefes del nazismo en Austria, a los que proveyó de armas.

En una maniobra digna de una película de espías, Hedy Lamarr (cuyos padres eran judíos, por cierto, pero su madre se había convertido al catolicismo) decidió en 1937 que había tenido suficiente, y huyó a París disfrazada de criada. Allí conoció a Louis B. Mayer, el presidente de Metro Goldwyn-Mayer, que le ofreció un contrato de siete años en Hollywood.

Empezó los estudios de ingeniería, que abandonó atraída por su vena artística, ya que entre 1940 y 1949 llegó a grabar hasta 18 películas.

Pero su trabajo como actriz la aburrió rápidamente. Por esto, decidió desarrollar su interés por las ciencias aplicadas, lo que, combinado con su repudio por el régimen nazi, produjo su mayor provecho.

Mientras que la popularidad de Lamarr en Hollywood iba extendiéndose, el Ejército nazi incendiaba toda Europa. Judía de origen, Lamarr no podía mantenerse aparte. La actriz, que estudió ingeniería desde los 16 años, logró resolver el problema de la posible interferencia de los enemigos en las señales de control de misiles, creando un sistema de comunicaciones secreto 

Lamarr y el coinventor del sistema, George Antheil, recibieron la patente en 1941, pero la importancia enorme de su invención fue reconocida mucho más tarde. Recién en 1997, los inventores fueron honrados con el prestigioso premio Electronic Frontier Foundation Pioneer Award que se otorga a las personas que han contribuido a la protección de las personas usando ordenadores.

En 1942 inscribió la patente de un método de comunicación secreto que buscaba evitar la detección de torpedos enviados por las tropas aliadas. La idea de Hedy era que, si podías hacer que tanto el transmisor como el receptor saltaran simultáneamente de frecuencia a frecuencia, entonces cualquiera que intentara interrumpir la señal no sabría dónde estaba.

El sistema se basó en la transmisión de los mensajes u órdenes de mando dividiéndolos en pequeñas partes, cada una de los cuales se transmitiría secuencialmente cambiando de frecuencia. A partir de ese principio se basan los sistemas de comunicación digital inalámbrica modernos como el ‘GSM’, los ‘smartphones’, Wi-Fi, ‘Bluetooth’ y otros.

Finalmente no se usó a lo largo de la II Guerra Mundial, pero sí lo aplicó el ejército de EE UU en 1962, durante la crisis de los misiles en Cuba.

Lamarr desarrolló otros inventos: una versión mejorada de los semáforos y una pastilla para crear una bebida gaseosa.

La historia de Hedy Lamarr es un ejemplo vivo de que una mujer hermosa puede ser al mismo tiempo muy inteligente y resolver problemas en las esferas más importantes.

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