¿Conforme con lo que Dios le dio?
Infelizmente el mal de las argucias aritméticas no se limita a las páginas de opinión
Recientemente, el Consejo Consultivo de El Universal recomendó a los articulistas que cuando utilicen alguna cifra se sirvan indicar la fuente en la que la obtuvieron. Es el tipo de peticiones que no debería ser necesaria. Todo el mundo debería saber que esa es su obligación elemental, pero es mucho el opinador que incurre en la ligereza de incluir números estimados al ojo por ciento, un viejo truquito para darle una apariencia cartesiana a puntos de vista vagos y antojadizos.
Algunos son tan desfachatados que sacan las presuntas cifras de su propia cabeza. Otros, al menos hacen un cierto ejercicio de sondeo, aunque científicamente dejan mucho que desear. Por ejemplo, se reúnen con cinco amigos en una tasca y cuatro están de acuerdo con que el ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad "fue una derrota diplomática para Maduro" y, acto seguido, extrapolan el resultado de tan cuestionable encuesta y escriben -sin el menor recato- que tal es la opinión de "66% de los venezolanos".
De cifras alegres ha estado lleno nuestro periodismo de opinión durante estos años de rompe y rasga y no son pocos los comentaristas que consideran que difundir tales matemáticas arbitrarias (una flagrante contradicción en los términos) es parte de su derecho a opinar libremente. De hecho, es posible que la solicitud de citar fuentes sea incluida en algún informe sobre atentados contra la libertad de expresión. Advertido, Consejo Consultivo.
Lástima que esa medida no resuelva del todo el problema, pues por ahí pululan las empresas y las oenegés que se encargan de hacer cifras a la medida de las peticiones del cliente. Cifras que, desde luego, son tan falsas y caprichosas como las inventadas artesanalmente por los escribidores individuales, pero que salen de fábrica dotadas de la autoridad que conceden los nombres en inglés o palabras castellanas prestigiosas como libertad y derechos humanos.
Veamos un ejemplo simpático (¿para qué amargarse en domingo?). Supongamos que usted está convencido de que la mayoría de las venezolanas están disconformes con lo que Dios les dio como parte trasera de sus cuerpos, y quiere plantear la controversial hipótesis en un artículo que lo haga famoso. Es solo una idea suya, producto tal vez de tener dos o tres amigas (y tal vez hasta un amigo) que se han mandado a "tunear" esa zona anatómica. Usted decide escribir acerca del extravagante asunto, cansado ya de los mismos temitas de siempre (que si el rrrrégimen, que si la guerra económica), pero, por supuesto, no quiere presentarlo como una cosa meramente suya, pues van a tildarlo de pervertido y poco serio, así que procura ponerle unos numeritos, unos porcentajes que le concedan un aire actuarial al planteamiento y lo hagan más creíble. Entonces se pone a buscar por aquí y por allá y es posible que se encuentre con algo como Backside Research International, empresa consultora especializada, que le provee la estadística que usted necesita: según su más reciente estudio, Venezuela ocupa el lugar 177 entre 180 países en el nivel de satisfacción de sus habitantes con sus propios traseros, o dicho al revés, Venezuela es el tercer país menos satisfecho en ese veleidoso renglón. Así, usted escribe su cosa y quién quita que hasta logre el propósito de convertirse en una celebridad .
Volviendo a la realidad, hay que agregar que infelizmente el mal de las argucias aritméticas no se limita a las páginas de opinión, donde no hace tanto daño porque es, precisamente, un espacio destinado a las subjetividades. Una somera revisión de los medios en general (nacionales y extranjeros) permite concluir que también ha contaminado profundamente a las secciones informativas, donde a cada rato aparecen presuntas noticias avaladas por firmas de consultoría tan surrealistas como la ficticia Backside Research International o por oenegés que investigan temas tan o más ridículos que el de la imaginaria disconformidad glútea.
Con semejante arsenal de expertos proveedores de guarismos validadores, más valdría, en verdad, que cada quien siga inventando las estadísticas que le parezca. Como no quiero quedarme rezagado, lanzaré la mía, con la venia del Consejo: se ha comprobado que siete de cada diez lectores de un artículo como este van a pararse en algún momento del día frente al espejo para mirarse la espalda.
/N.A