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Con victorias frente al acoso imperial Revolución Islámica cumple 39 años

En 2012 hubo otras sanciones dirigida contra los bancos del país islámico, así como a las empresas y los individuos asociados con la industria nuclear pacífica de esa república

Después de dos años de continuas manifestaciones, cuyos participantes fueron masacrados por la Guardia Imperial, la población de Teherán y otras grandes ciudades de Irán pusieron fin el 11 de febrero de 1979 a la monarquía del sha Mohammad Reza Pahlavi, vinculado con Estados Unidos (EEUU). Así, la nación asiática se convirtió en República Islámica y, al mismo tiempo, pasó a ser objetivo de agresiones imperiales.

Dichos ataques eran la respuesta de la nación norteamericana al fin de la monarquía Pahlavi, que dependía completamente de ese país y que alentó la corrupción, el alejamiento de la religión y la injusticia social generalizada.

Esas condiciones fueron algunas de las causas de las protestas populares que llevaron al rey a abandonar el país en enero de 1979 con destino a Egipto, dejando a cargo a un consejero que debió enfrentar el recrudecimiento de las acciones de calle.

El 11 de febrero de 1979, todo el ejército se rindió ante las fuerzas populares, la Revolución Islámica triunfó y llegó al poder el ayatolá Seyed Ruholá Mousavi Jomeini.

El primero de abril de ese año, Irán votó en un referéndum nacional a favor de convertirse en una República Islámica y aprobó una nueva Constitución.

Frente al nuevo panorama, EEUU congeló los activos iraníes y las reservas de oro en sus bancos usando como argumento la toma de la Embajada estadounidense en Teherán y estableció sanciones a las empresas extranjeras que violaran las restricciones.

Cinco años después, se instauró una prohibición a la emisión de créditos por parte de las instituciones financieras internacionales y, en 1987, el comercio entre la nación norteamericana y el país persa se canceló completamente.

Ocho años más tarde las sanciones fueron suavizadas e Irán empezó a recibir productos estadounidenses a través de terceros países; sin embargo, en 1996 Washington decidió que cualquier nación que invirtiera más de 20 millones de dólares en el sector energético iraní sufriría sanciones.

En 2012 hubo otras sanciones dirigida contra los bancos del país islámico, así como a las empresas y los individuos asociados con la industria nuclear pacífica de esa república.

En octubre de 2017, el Departamento del Tesoro de EEUU incluyó a los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC, por sus siglas en inglés) en su lista de sanciones por su "apoyo al terrorismo".

Progreso frente al asedio

A pesar de todas las agresiones de EEUU contra Irán, esa nación ha conquistado grandes avances científicos, tecnológicos y sociales.

En 1977, el Banco Mundial (BM) señalaba que el 46 % de los iraníes vivían por debajo del umbral de la pobreza. Esta cifra disminuyó al 8 % en 2015, según un informe del Foro Económico Mundial (FEM) reseñado por Hispantv.

La mejora del cuadro social va de la mano con el crecimiento tecnológico: en 2009, Irán lanzó el primer satélite de fabricación propia; cuatro años después, su primer cohete al espacio y, en 2016, alcanzó el sexto puesto mundial en nanotecnología, aplicable en sectores como agricultura, construcción, salud, energía, entre otros.

La expansión tecnológica iraní también se expresa en su industria nuclear con fines pacíficos, que recibió un impacto favorable en 2015 con la suscripción del acuerdo nuclear con el Grupo 5+1, compuesto por Reino Unido, Francia, Rusia, China, Alemania y EEUU, cuyo presidente, Donald Trump, ha amenazado con retirarse.

Una revolución en resistencia

La actual administración de la Casa Blanca sigue manteniendo a Irán, a pesar de las fortalezas alcanzadas en 39 años, como uno de sus objetivo dentro de la geopolítica imperial norteamericana.

A comienzo de este año, el presidente de Irán, Hasan Rohaní, denunció que los enemigos de su nación, encabezados por EEUU, alentaron las manifestaciones que tuvieron lugar en Irán a finales de 2017 y que se prolongaron los primeros días de enero.

En las propias calles de Irán se dio respuesta a este episodio: se registró una movilización popular en respaldo al gobierno de Rohaní y se creó un comité para estudiar la injerencia de actores que pretenden ignorar la voluntad de un pueblo que derrotó hace casi cuatro décadas a una monarquía. 

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