Opinión

Chávez, siempre presente

Desde entonces, la política venezolana asumió otro carácter, de cara al pueblo, materializando la democracia de la que tanto se había hablado y que tantas veces le fue escamoteada

La victoria electoral del pasado 15 de octubre, pone de relieve la identificación de la gran mayoría del pueblo venezolano con el conjunto de transformaciones que inauguró el Comandante Hugo Chávez en Venezuela continuadas por Nicolás Maduro. El pueblo venezolano, largamente ignorado por las camarillas corruptas y burocratizadas de la llamada Cuarta República, contra las cuales no había logrado deslastrarse, se encontró ante sí un 4 de febrero, con la insurgencia de un joven oficial de la fuerza armada que, en contraste con la simulación característica de las viejas direcciones políticas, asumía la plena responsabilidad por la insurgencia de aquella acción. El 4 de febrero representó la ruptura del clima de conciliación y farsa de la Cuarta República.

Desde entonces, la política venezolana asumió otro carácter, de cara al pueblo, materializando la democracia de la que tanto se había hablado y que tantas veces le fue escamoteada.

Resaltan entre los rasgos de esos cambios, la política económica que reivindica la plena soberanía sobre nuestros recursos petroleros, la distribución popular del ingreso generado por la actividad en este sector que se tradujo en la educación masiva, desterrando el analfabetismo, y en la mejoría general de las condiciones de vida del pueblo.

La participación activa del pueblo en las decisiones políticas y la relación estrecha de las nuevas organizaciones populares (consejos comunales, comunas) se ha transformado en un proceso con una nueva visión política y de la organización del Estado.

La muerte del líder histórico, fundador de nuestra Quinta República, significó un golpe anímico y político de tales proporciones que despertó esperanzas de la reacción, dentro y fuera de Venezuela. Acariciaban la posibilidad de restaurar la Cuarta República. Pero, antes de su dolorosa desaparición, Hugo Chávez tuvo la previsión de plantear la designación de Nicolás Maduro para que, en caso de un desenlace no deseado, asumiera el mando político del país. El pueblo confió, una vez más, en su palabra. Y acertó.

En medio de la tragedia, las fuerzas revolucionarias y populares se unieron en torno al liderazgo de un joven proveniente de uno de los barrios populares. Era uno de ellos mismos y se había formado desde muy joven en la escuela de Chávez.

Así, Nicolás Maduro asume la dirección del país en una época de dificultades económicas y de los intentos de las fuerzas reaccionarias de derrocarlo en la creencia de que el vacío que dejaba Chávez y a punto de aparecer un severo problema por la caída de los precios del petróleo, sería obstáculo insalvable para Nicolás Maduro. Se equivocaron.

Con un partido y un pueblo unidos por la fuerza histórica del chavismo, favorecido igualmente por los cambios que han venido ocurriendo en varios países de Nuestra América, Nicolás Maduro ha podido responder positivamente a la delicada responsabilidad que dejara Chávez en sus manos. El 15 de octubre representa una ratificación de la confianza que el pueblo venezolano ha depositado en lo que genéricamente llamamos el chavismo y particularmente en la gestión de Nicolás Maduro.

Un hecho notable en las elecciones del 15 de los corrientes, está encarnado en la aparición de nuevos liderazgos jóvenes junto a cuadros curtidos a lo largo de años de lucha. Ellos son la garantía de que los cambios que vienen operándose en Venezuela continúen proyectándose hacia el futuro.

Ahora el chavismo tiene frente a sí la tarea de profundizar los cambios ocurridos a lo largo de los últimos tres lustros. Ello pasa por continuar respondiendo positivamente a las demandas de los más humildes, a seguir derrotando las tentativas de las oligarquías de Venezuela y el continente, así como de las fuerzas imperiales que continuarán realizando esfuerzos para desbarrancar la revolución venezolana con sus efectos correspondientes en Nuestra América.

La conciencia del pueblo venezolano, su unidad y una acertada condición política, como ha venido ocurriendo hasta el presente, son la garantía de que la revolución bolivariana avanza sostenidamente en la realización de los sueños de Simón Bolívar y Hugo Chávez. Así lo demuestra la contundente victoria en las elecciones del pasado domingo 15 de octubre en dieciocho de las veintitrés gobernaciones del país. Victoria que se proyecta en el gran reto que representan las elecciones presidenciales a realizarse el año próximo. No son pocas las dificultades internas y externas que aún deben superarse. Pero frente a ellas, se levanta un pueblo y un liderazgo que ha sabido superarlas y avanza en la dirección trazada por Bolívar, Zamora y Hugo Chávez.

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