Caso Liceo Sanz: 55 años del asesinato silenciado por la IV República
Un día corriente en Maturín, estado Monagas, específicamente en el Liceo Miguel José Sanz, jóvenes de bachillerato decidieron emprender una lucha estudiantil, una vez que el presidente Rómulo Betancourt (1959-1964) emitió el 13 de febrero de 1961 la orden "disparen primero y averigüen después", al descubrir que enemigos -hasta de su misma elite- le propiciaron un atentado magnicida.
El 1 de mayo de 1962 los estudiantes realizaron un homenaje en conmemoración al Día del Trabajador; por otro lado, los partidos Acción Democrática (AD) y Copei también festejaban, pero con comidas y bebidas. "Pues los obreros se vienen a la plaza de los estudiantes y abandonan ese festín”.
Por tal motivo, el Gobernador del estado para la época, Armando Sánchez Bueno y los dirigentes de AD y Copei, Luis Alfaro Ucero e Iván Salomón Vergara, respectivamente, acuerdan dar un escarmiento a los estudiantes, “ya que estos habían saboteado su conmemoración”.
El 4 de mayo de 1962, a la 1 de la tarde “oímos por Radio Monagas” que el secretario general de Copei hizo un llamado a los miembros de su partido, así como a los adeptos de AD, “a que se pongan en pie de guerra para defender al Gobierno”.
Iván Salomón Vergara también hizo un llamado a la Dirección General de Policía (DIGEPOL) y ordena “disolver cualquier grupo mayor de cuatro (4) personas de la forma que sea”.
Aquel 4 de mayo cuando los estudiantes llegan al liceo, se encuentran al director Carlos Palomo escribiendo en una pizarra: Por órdenes del Gobernador se suspenden las clases hasta nuevo aviso, inmediatamente Alberto César Millán, quien pertenecía al centro de estudiantes se preguntó ¿Por qué van a suspender las clases si aquí en Maturin no hay nada? y salió a ver qué pasaba.
La sede de acción democrática quedaba a dos casas del liceo, “y vimos que Antonio Alfaro Ucero -hermano de Luis Alfaro Ucero- cargaba camiones con campesinos de todas las regiones”, al finalizar la tarde este pasa en su vehículo y se estaciona frente al liceo Sanz propinando dos disparos al aire, "esa era la orden para que los campesinos irrumpieran".
Inicia la masacre
Los campesinos que ya venían dotados con armas, cabillas y palos entraron al recinto estudiantil atacando a los alumnos sin determinación; se escuchaban detonaciones y “aparentemente una bala que entró por la ventana alcanzó a Rafael Guerra”. Alberto César se encontraba cerca de una nevera -dándole agua a una maestra que previamente se había desmayado cuando escuchó el alboroto-, corrió a socorrer a su amigo, fue sometido “y es cuando alguien a quemarropa le propina un disparo”.
Rafael -que se encontraba moribundo en el piso- fue brutalmente golpeado con cabillas y palos hasta que quedó sin signos vitales, “todo el que pasó le dio patadas”; Alberto César, en cambio, murió instantaneamente “cuando la bala le entró por la zona intercostal y le salió en el cuello”.
“Eso no quedó allí”.
Seguidamente, sacaron a todos los estudiantes que quedaban (9 hombres y 2 mujeres), los colocan en un paredón en la entrada del recinto y pusieron a un campesino con fusil frente a cada uno de ellos para fusilarlos.
Pero, gracias a la intervención del Teniente de la Guardia Nacional, Héctor Carvajal, -quien se llevó a los menores detenidos- estos, pudieron sobrevivir a aquella arremetida.
Al día siguiente
A la 1 de la madugrada un grupo de funcionarios policiales intentaron buscar los cadáveres de Alberto César Millán y Rafael Guerra. "Mi papá, que era un hombre de carácter fuerte, se opuso y dijo ‘si van a sacar el cadáver nos van a tener que matar a todos porque no vamos a permitir que se lleven ese cuerpo’".
Llegó la Guardia Nacional y "nos protegió hasta que llegamos al entierro".
La Persecución
Posteriormente, las persecusiones se hicieron más fuertes, “tan es así que tuvimos que emigrar a Caracas, pues entraban a la casa de mi familia en la madrugada, y nos dormían con éter para registrarla”.
Luego de 55 años, "aún nos sentimos perseguidos por los hijos y los nietos de las personas que intervinieron en el liceo Sanz. Y no es que tengamos miedo, nunca hemos tenido miedo”.
“Nos mandan avisos, lanzan animales muertos a la casa. Hace dos años lograron entrar, nos rompieron un carro y pusieron ‘jajaja viva Chávez’, pero no se robaron absolutamente nada".
Hay personas que supuestamente han escuchado conversaciones donde comentan los hijos y nietos de esas personas que “mientras exista alguien Millán seguirán diciendo que somos unos asesinos”.
En oportunidades hemos visto, que en horas de la madrugada toman fotos de la casa y el terreno.
El Gobierno de la IV República manifestó sobre esa masacre que esos dos jóvenes “se mataron solos por problemas que tenían con los profesores”, cuando estos eran buenos alumnos con excelente calificaciones, leían muchísimo.
Cesar Alberto reunía a todos los hermanos y amigos y explicaba lo que aprendía en clases, "a eso le llamaba compartir, hoy en día es socialismo, esa fue la costumbre que tuvimos en casa".
La Conmemoración
En el liceo Miguel José Sanz en Maturin, cada 4 de mayo se conmemora el aniversario en honor a estos dos estudiantes y luchadores sociales, con actividades deportivas y culturales, se hace presencia en la plaza del estudiante que se llama “Guerra y Millán” y se les lleva flores al cementerio.
Estos jóvenes luchadores tienen sus bustos dentro del recinto, donde los estudiantes a la hora de presentar exámenes se les acercan, les llevan flores y papelitos y les piden; “tienen fe en ellos”.
El Ministerio Público reabrió el caso en el año 2015, e hizo la exhumación de los cuerpos y se comprobó mediante autopsia la forma en la que murieron y cómo habian sucedido los hechos.
Esta historia fue narrada por Rosa Elena Millán –hermana de César Alberto Millán-, quien pide justicia ante este lamentable crimen.
“La justicia para nosotros es que se sepa la verdad de lo que pasó, que no eran dos sinvergüenzas que se mataron entre ellos, sino que fueron mandados a matar por los partidos Acción Democrática y Copei”.
Para la familia Millán no es necesario que se enjuicien a los responsables de ese echo, "muchos han muerto y otros ya tiene 90 o 100 años", solo les interesa que el mundo conozca que estos jóvenes no eran unos bandidos sino unos luchadores sociales que fueron mandados a matar por la IV Rapública.
¡Prohibido Olvidar!