Opinión

Odio se desborda en las redes

El odio en las redes no es humor ni es una gracia de la barricada comunicacional; es un riesgo de alta tensión que puede llevarnos a la confrontación armada

El odio se desborda en las redes sociales. Las diferencias en Venezuela por razones políticas, racistas, xenófobas o discriminatorias de grandes sectores pobres o marginados sociales ya no se resuelven con una “ficción de igualdad”, sino con odio puro y desbordado. Es la más bochornosa exacerbación del sentimiento de aversión al diferente. Algo nunca visto. Es aquí, en la fuente del odio, donde el dolo, como asunción personal del injusto, toma su forma más grave de responsabilidad y no habrá manera de desvirtuarlo cuando ocurra una decisión contra el bien jurídico que es la vida. Pero lo más grave no está en ese modo comunicacional que asume la violencia, sino en quienes la instigan politizando el odio de unos hacia otros. Aquí no se salva la responsabilidad ética y social de esa prensa insidiosa ni mucho menos la responsabilidad moral y religiosa de la jerarquía eclesiástica venezolana con su discurso político opositor, falto de equidad y sin una pizca de reconciliador.

Hoy se presenta en el país una situación de miedo social ante la amenaza que se percibe en el odio contra el chavismo, contra los pobres o “ninguneados”, como diría Galeano en aquel poema de “los nadies”, allá por 1940. Ese odio que se desborda en las redes nos hace ver, lastimosamente, la violencia armada en el horizonte, más allá de la guerra económica. Son actitudes discriminatorias perpetradas con palabras infamantes a la dignidad de la familia y de cualquier persona. Todo un plan, toda una conjura. El paramilitarismo está activo, asesinan a oficiales militares y a dirigentes de la revolución en una etapa de sicariato selectivo, pero abriéndose hacia una confrontación mayor. No permitamos que nos llenen de terror y de dolor en escenarios de criminalidad impredecibles. Hay sectores que quieren la guerra y por eso avivan el odio en las redes, pero tenemos el deber social de construir una realidad humana fundamentada en instituciones positivas para defender a la familia y a los poderes públicos constitucionalmente establecidos. Eso significa resistir y prepararse para enfrentar el odio, la violencia y a los grupos que quieren llevar el país a la guerra. El odio en las redes no es humor ni es una gracia de la barricada comunicacional; es un riesgo de alta tensión que puede llevarnos a la confrontación armada.

Abogado

/N.A

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