Opinión

La tardanza judicial

La falta de celeridad en los juicios o tardanza judicial continúa afectando a Venezuela, pero tal situación no puede ser atendida bajo una visión simplista porque se trata de un problema estructural, hoy denominado por la doctrina como “la estructura del litigio”

La falta de celeridad en los juicios o tardanza judicial continúa afectando a Venezuela, pero tal situación no puede ser atendida bajo una visión simplista porque se trata de un problema estructural, hoy denominado por la doctrina como “la estructura del litigio”. Se trata de un problema que entre nosotros lleva a cuestas muchos vicios del pasado y es por ello que el sistema acusatorio, instaurado en la primera década de este siglo, se encuentra atrapado por el uso creciente de lo escrito, aunado a una forma de proceso lento, formalista, burocrático y arbitrario, características muy propias del sistema inquisitivo.

Quiero decirles que el retardo procesal no es un efecto artificial o disimulado del juicio penal actual, sino que se actúa en un nuevo sistema procesal con la mentalidad puesta en otro sistema, arraigado en el pasado e incompatible con la oralidad, que es el centro de una dinámica procesal en función de la celeridad. De manera que cuando se malinterpreta o se desnaturaliza el sistema acusatorio, en la forma en que lo están haciendo jueces, fiscales y abogados, nos vemos envueltos en una situación de involución para caer nuevamente en los efectos del sistema inquisitivo. Por cierto, hubo un mal paso cuando la Asamblea Nacional eliminó a los jurados y luego unos magistrados aconsejaron eliminar a los escabinos, haciéndole creer a la opinión pública que la participación ciudadana era causa del retardo. Grave equivocación. El jurado, llámese clásico o escabinado, es el primer intento, después de la Constitución de 1811, de participación ciudadana directa en el Poder Judicial y la “campanada” para democratizarlo. Contra esa participación se han conjurado las oligarquías de todos los tiempos y los sectores más reaccionarios del foro judicial. 

Hay muchas cosas que decir más allá de los viejos vicios que aún se arrastran. Por ejemplo, no se puede continuar dándole relevancia a la insignificancia. Hay que evitar el abarrotamiento de la justicia penal. Los llamados “delitos de bagatela” se presentan como una de las causas de la ineficacia y lo ineficaz es tiempo perdido que ha podido ser utilizado en otras causas en situación de retardo procesal. No cuesta mucho darle una mano al principio de razonabilidad en el uso del tiempo. Así lo creo.

/N.A

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