Opinión

El arma de la paz

Hay tres términos a los que apelan con frecuencia los centros del poder para justificar sus desmanes y tropelías contra los países más débiles

Hay tres términos a los que apelan con frecuencia los centros del poder para justificar sus desmanes y tropelías contra los países más débiles. Libertad, democracia y paz, son utilizados como estandartes por las potencias invasoras, depredadoras y genocidas. Poco importa la vida de ancianos, mujeres y niños, siempre y cuando se demuestre la supremacía y la inflexibilidad que da la arrogancia del poder.

Tanto en Irak como en Libia, los Estados Unidos y sus aliados de la Otan no cedieron ante la presión de varios organismos internacionales que se negaban a aceptar como válidos los argumentos de la fabricación de armas químicas. En este terreno las potencias no retrocedieron, ambas naciones fueron invadidas para llevarles democracia, libertad y paz. El resultado devastador está a la vista. Las armas químicas no aparecieron.

En el Estado Plurinacional de Bolivia, por primera vez, después de la devastadora conquista europea y del barrido que hizo el capitalismo salvaje contra ese territorio, hoy -bajo la conducción de Evo Morales- es el pueblo el que está  construyendo su propia historia. Más allá de la media luna y de la supuesta democracia que quiere imponer allí los Estados Unidos, los indígenas y el campesinado boliviano se aferran en sus conquistas y apuntan la conformación de la nueva nación.

La Unasur y la Celac, mecanismos integracionistas que forman parte del legado de Hugo Chávez, han intervenido con éxito en una serie de conflictos que se han suscitado en nuestra región. Aquí se apela a la paz para evitar confrontaciones y lograr por vías pacíficas el entendimiento como herramienta suprema. Frente a las posturas guerreristas de incitación de factores externos y de los sectores oligárquicos, ha triunfado el argumento de la paz. 

El presidente Maduro ha denunciado en su discurso en la ONU la operación tenaza que quieren imponer a Venezuela aquellos que pretenden ensangrentar esta parte del continente. Guyana y Colombia -fronterizos con nuestro país- y con el reclamo histórico por Venezuela del territorio Esequibo, hacen ver a Venezuela como un país expansionista e invasor y violador de los derechos humanos. Tales falacias han quedado en evidencia. Con el arma de la paz nuestro país avanza en su lucha.

Profesora UCV

/N.A

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