La calidad no es un eslogan
El día de las elecciones, el presidente Maduro, apartándose de los temas “de tendencia”, habló sobre nuestra educación
El día de las elecciones, el presidente Maduro, apartándose de los temas “de tendencia”, habló sobre nuestra educación. Luego de emitir su voto, los periodistas le preguntaron acerca de las tareas que consideraba prioritarias para la próxima Asamblea Nacional y él destacó como una de ellas preocuparse por avanzar más en ese campo. Alentó a evaluar cómo podemos llegar al 100% de matrícula en inicial, primaria y secundaria, y cómo podemos mejorar la calidad pedagógica de nuestra escuela, en lo científico y lo humanístico.
Aplaudo que el Mandatario incluyera la educación, junto con la economía y la vivienda, entre los grandes asuntos que el nuevo parlamento debe atender. Porque una acción escolar que se guíe por los valores constitucionales y que logre estimular el desarrollo de las potencialidades de cada una y cada uno de nosotros -como manda la Constitución-, nos permite disfrutar a fondo de nuestras posibilidades de creación, producción e interrelación, y nos da bases para construir en conjunto una sociedad sin carencias, justa, activa y lanzada hacia el futuro.
¿Es inevitable que la Asamblea entrante se empantane en la diatriba estéril o en maniobras obstruccionistas de lado y lado? Sería deseable que, por el contrario, lograra llegar a algunos acuerdos mínimos en el área educativa -y en otras- aprovechando buenas propuestas de todos los sectores, que las hay. Y que abriera espacios para el debate y la rendición de cuentas, mientras cada bando político sigue luchando por el respaldo de las mayorías de forma democrática.
Destaco la pedagogía política de las declaraciones del Presidente ese día. Últimamente, diversas instancias de su gobierno repiten como una especie de consigna que nuestra educación pública es “gratuita y de calidad”. Pero la calidad no se decreta, sino que hay que alcanzarla con trabajo, claridad de miras e iniciativas adecuadas, lo cual no es fácil ni rápido, y no lo hemos logrado todavía. Cuando Maduro llama a empeñarnos en mejorar la calidad, nos lleva a tomar conciencia de hasta dónde hemos avanzado, a reconocer los éxitos, y a preguntarnos por las metas que hoy nos deberíamos proponer. Esto nos aleja de triunfalismos y de esa comodona celebración de cualquier acción a la carrera como “excelente”.
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/N.A