En 5 pasos podrás potenciar tu mente y productividad
Un síntoma de nuestro tiempo es la poca capacidad de organización y concentración que tenemos para el trabajo. Salvo por ciertas ocupaciones, en buena parte de éste es común sorprendernos de pronto distraídos, haciendo algo que no deberíamos estar haciendo, y quizá ni siquiera recordamos cómo fue que nos desviamos de lo que realizábamos inicialmente. Vemos el reloj y nos lamentamos porque llevamos ya 15, 20 minutos deambulando en las redes sociales, en Internet, en sitios de entretenimiento, en videos de YouTube, etcétera.
Esto de alguna manera podría considerarse natural, pues la mente humana tiene en la divagación uno de sus movimientos naturales. Nadie nunca piensa una sola cosa, sino que al tiempo que tenemos una idea paralelamente surgen otras, en el momento mismo en que estamos experimentando el mundo (escuchando una canción, mirando a nuestro alrededor, percibiendo un olor o una sensación táctil, haciéndonos una idea de esto, etc.).
En este sentido, nuestra mente se ha comparado con una colmena, siempre activa, siempre tejiendo vínculos neuronales, siempre moviéndose. El reto, entonces, más bien es encontrar la manera de dirigir dicha cualidad hacia un propósito específico.
A continuación compartimos algunos pasos para organizar la mente:
1. Realiza tareas que te mantengan estimulado
Un trabajo puede ser muy sencillo o muy difícil: si es sencillo, probablemente te aburras pronto; si es difícil, quizá la angustia de tener que hacerlo sobrepasará la acción misma de realizarlo. De ahí que Bradberry aconseje elegir conscientemente tareas que sean un desafío en la justa medida, acorde con nuestras capacidades, para mantenerse a estimulado y a igual distancia del aburrimiento y el estrés.
2. No dejes que las emociones te dominen
Hay ocasiones en las que no es sencillo disociar las emociones de la vida profesional; sin embargo, para poder realizar un trabajo es necesario no ignorarlas, pero sí hacer lo posible para que no impacten de manera negativa en lo que hacemos. Según Bradberry la mejor forma de desarrollar esta habilidad es, de inicio, conocernos y reconocernos como seres emocionales, aceptar que sentimos, que tenemos reacciones sentimentales, que eso no va a cambiar; en este sentido, el método es sencillo: una vez que notamos que estamos siendo asaltados por una emoción, Bradberry aconseja identificarla y respondernos a nosotros mismos qué estamos sintiendo y por qué.
Asimismo, el columnista asegura que asociar emociones con palabras las vuelve “más tangibles y menos misteriosas”, con lo cual también es posible manejarlas mejor para no dejar que interfieran en nuestro trabajo.
3. La barrera de los 20 minutos
En nuestro tiempo, la atención es una de las cualidades menos comunes. Quizá como en ninguna otra época, en la nuestra miles de personas compiten por atraer y conservar la atención de los demás, generando así una red confusa de estímulos en los que cotidianamente quedamos atrapados y a veces incluso perdidos. Según Bradberry, nuestra mente requiere de entre 15 y 20 minutos para entrar en un estado de concentración casi completa sobre una única tarea, de ahí que su recomendación en este caso sea alejarnos de toda posible distracción (redes sociales, smartphone, televisión, etc.) durante los primeros 20 minutos a partir del momento en que comenzamos un trabajo en el que queremos poner toda nuestra atención.
4. Descansa
Por más que el trabajo en el que te encuentras inmerso sea apasionante, tanto el cuerpo como la mente se fatigan. Bradberry cita estudios que recomiendan trabajar ininterrumpidamente 52 minutos y después de esto tomar un pequeño descanso de 17 minutos, en un ciclo que puede repetirse tanto como sea posible y que al parecer es uno de los más productivos que se conocen.
5. No dudes en reorganizar
Después de la pequeña pausa es posible que al regresar al trabajo te encuentres con que no puedes continuar donde te habías quedado o que quizá ya no puedes concentrarte como antes. Según Bradberry esto es más o menos normal, por lo que sugiere no temer efectuar un cambio, reorganizar las ideas o los pensamientos, y quizá incluso rehacer el camino desde el inicio.