Opinión

Un plan de paz familiar

El tema elegido en esta ocasión nos ubica en aquellos deberes positivos

El tema elegido en esta ocasión nos ubica en aquellos deberes positivos orientados a edificar un mundo en común en el ámbito de la familia

No se trata de lo trajinado inútilmente en ese campo, sino de la idea que asoma con mucho empeño Ernesto Villegas en su Plan de Paz Familiar como candidato a diputado a la Asamblea Nacional por el Circuito 1 de Caracas que integran Catia, La Pastora y El Junquito. 

Tutelar la dignidad de las personas mediante un plan que reivindique la protección de la familia en sus valores y deberes de respeto de los padres entre sí, de los padres y los hijos, así como de los hermanos en relación colateral ejemplar, es algo que convoca a un renacer de la familia y a la defensa de su hábitat frente a ese malestar social que, sin darnos cuenta o no querer advertirlo, se generó en los desajustes de la familia como institución, en su violencia interna por causa de la pérdida del respeto y otros valores. En fin, la situación es grave porque el núcleo familiar, en muchos casos y con habitualidad, aumenta cada día en su malestar, a riesgo de perderse en una dimensión de insensibilidad o de tragedia social impredecible.

Pues bien, en lugar de continuar con esa calma peligrosa de aceptación, debemos ejecutar ese plan que permita rescatar a la familia como institución positiva y salvar a sus miembros de los riesgos y miedos en que viven. Cuando se habla de la familia para edificar un mundo en común, nos estamos refiriendo a un actuar positivo, a un fomento de la situación del bien jurídico protegido que no es otro que la paz familiar. Por supuesto, eso significa una revuelta contra la violencia familiar que haga renacer el amor con la misma velocidad en que se ataque la disolución de la familia. Los frentes están claros: por un lado, la defensa de los menores que se están formando para evitar la incidencia de la violencia o el maltrato entre los padres en el desarrollo psicosocial y moral de los hijos. Por otro lado, el tratamiento del llamado “trastorno disocial” de los menores de dieciocho años y su cuadro de comportamientos que violan derechos básicos de otros, como la agresión a las personas o el trato cruel con los animales. Pero todo esto precisa, además, de un esfuerzo legislativo en la formación y modificación de las leyes de familia. 

Abogado

/N.A

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