¿Entusiasma la escuela?
Hace algún tiempo, el profesor de un Pedagógico me comentaba que cuando empieza el año escolar se ve a las niñas y los niños contentos de ir a clase y con cierta expectativa sobre lo que van a aprender allí
Hace algún tiempo, el profesor de un Pedagógico me comentaba que cuando empieza el año escolar se ve a las niñas y los niños contentos de ir a clase y con cierta expectativa sobre lo que van a aprender allí, pero ya en enero se los aprecia desconectados y aburridos. Añadió: “algo pasa, debemos revisarnos”. Al escucharlo recordé que al inicio de mi primer año de Educación Media yo también, como tantos, hojeé con curiosidad uno de los textos del curso: ¡era una nueva etapa, la Primaria quedaba atrás! Pero al pasar las páginas me decepcioné, pues el contenido era una fría retahíla de nombres y descripciones: las partes del aparato digestivo y sus funciones, las partes del aparato circulatorio y sus funciones… Y las ilustraciones eran cuerpos sin cabeza, mostrando diversos órganos. Qué fastidio.
Claro, quienes hemos pasado por las aulas debemos estar agradecidos, porque recibimos una formación que difícilmente hubiéramos obtenido fuera de ellas, adquirimos ciertas destrezas y aprendimos a compartir con personas muy diversas. Incluso, a veces, tuvimos profesores que nos permitieron vivir la emoción del conocimiento. No es poco, pero… podría ser mucho más. La escuela y el liceo necesitan dejar atrás el academicismo, las labores repetitivas y poco sustanciosas, la memorización de detalles, los tiempos muertos. En fin, dejar atrás lo acartonado, lo desvinculado de la vida, lo superficial y fragmentario, para ayudar a las y los estudiantes a disfrutar de la exploración del rico mundo de la producción cultural de la humanidad. Una exploración contextualizada, pertinente, adaptada a su edad y abierta a sus intereses y necesidades.
Sé que estos temas se discuten en el Ministerio, en la perspectiva de elaborar mejores programas de estudio. Pero cambiar prácticas y concepciones largamente establecidas no es fácil: aún estando de acuerdo en lo bueno de las grandes propuestas, resulta todo un reto precisar caminos para llevarlas a la práctica. Y no funciona pretender saltos en poco tiempo. Las y los docentes necesitan espacios donde diseñar y confrontar nuevos estilos de trabajo, así como mejores herramientas. El portal del Ministerio debe ofrecerles más en este sentido, y las bibliotecas para estudiantes y docentes han de multiplicarse.
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/N.A