Opinión

La foto

Desde el 19 de agosto, cuando Venezuela tomó la decisión soberana de cerrar su frontera con Colombia y declarar el estado de excepción en 20 municipios del Táchira, Zulia y Apure, por razones de contrabando de gasolina, bachaqueo, tráfico con nuestra moneda y paramilitarismo, el tema ha estado en la agenda regional

Desde el 19 de agosto, cuando Venezuela tomó la decisión soberana de cerrar su frontera con Colombia y declarar el estado de excepción en 20 municipios del Táchira, Zulia y Apure, por razones de contrabando de gasolina, bachaqueo, tráfico con nuestra moneda y paramilitarismo, el tema ha estado en la agenda regional. Han sido días duros en que el país ha recibido imputaciones y falsas acusaciones. En esto, la mediática mundial se ha solazado en contra de Venezuela. 

En este mes, Colombia condenó abiertamente a Venezuela por crímenes de lesa humanidad. El presidente Santos, el Fiscal y el Contralor amenazaron con llevar a Venezuela a la Corte Penal Internacional. El embajador ante la OEA pretendió que este organismo discutiera el problema limítrofe y sufrió una contundente derrota. Como colofón, Colombia acusó ante el mundo a Venezuela como “máximo violador de derechos humanos”.

Colombia no admite que en Venezuela hay 6 millones de colombianos, muchos de ellos reconocidos por la Acnur como desplazados por la guerra y la violencia. Tampoco acepta el descuido, el abandono y la pobreza que se evidencian en sus espacios fronterizos. La canciller Holguín -en un desvarío diplomático- señaló que Venezuela es la culpable de lo que ocurría por “tener productos subsidiados, muy baratos”.

Hay dos variables geopolíticas. Colombia cedió en su soberanía. En su territorio hay siete bases militares gringas. Entre Colombia y Venezuela hay 2.216 km de frontera. Nada sencillo de atender. Hay un dato curioso, Santos no habla del paramilitarismo. Para él, esto no existe en la frontera. Aunque Colombia intentó desconocer a la Unasur y la Celac, esta semana, por la mediación de Correa y T. Vásquez, se reunieron en Quito Maduro y Santos.

Cuando surge la fotografía, esta rendirá un aporte sustancial a la prensa. Surgió la frase de que una imagen dice más que mil palabras. Y así es. Si detallamos la foto protocolar de la reunión en Quito -después del evento- vemos que J. M. Santos está distante del grupo, no coloca su mano, es Correa quien se la toma. Santos había dicho: “Estoy dispuesto a reunirme sin condiciones”. La situación en la frontera es tan delicada para Venezuela -por el despojo de que es objeto- que el país sí tiene que poner condiciones.

Asalia Venegas 

Profesora UCV

/N.A

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