Opinión

Periodismo no graduado

Dice el artículo 2 de la Ley del Ejercicio del Periodismo: “Para el ejercicio de la profesión de periodista se requiere poseer el título de Licenciado en Periodismo, Licenciado en Comunicación Social o título equivalente, expedido en el país por una Universidad, o título revalidado legalmente; y estar inscrito en el Colegio Nacional de Periodistas (CNP) y en el Instituto de Previsión Social del Periodista (IPSP). Los ciudadanos que cumplan con los requisitos establecidos en esta disposición, serán los únicos autorizados para utilizar el título de Periodista Profesional”.

Cuando era estudiante de periodismo por allá en los años 80 del siglo XX, la Ley del Ejercicio del Periodismo no se acataba y quienes menos la acataban eran los dueños de los medios de comunicación. Burlaban la ley contratando a “periodistas no graduados”, no por creer en el “libre” ejercicio del periodismo, sino para pagarles menor salario. Contrataban por lo general a los estudiantes de periodismo quienes se quedaban como pasantes eternos, cobrando sueldos miserables que era algo así como el 10% de lo que percibía como salario un periodista Graduado. Eran otros tiempos, otras realidades.

Pero resulta que en abril de 2002 en Venezuela los periodistas graduados se olvidaron, no de la Ley de Ejercicio del Periodismo, sino del Código de Ética del Periodista Venezolano que en su artículo 4 dice: “El periodista tiene la verdad como norma irrenunciable, y como profesional está obligado a actuar de manera que este principio sea compartido y aceptado por todos. Ningún hecho deberá ser falseado y ningún hecho esencial deberá ser deliberadamente omitido”.

Fue así como de golpe y porrazo hubo choque entre dos artículos, la ética y el ejercicio divorciados, y en el 2002 la verdad no se publicó en los diarios ni se divulgó a través de los noticieros de radio y televisión. Las víctimas fueron presentadas como victimarias y el pueblo fue el reportero, sin títulos y sin colegiaciones. La verdad cabalgó en los hombros de cientos de hombres y mujeres que hicieron valer una verdad colectiva. En adelante, desde aquellos días en los que la revolución no fue trasmitida el ejercicio del periodismo salió de los 47 artículos de su Ley y fue pura código de ética en su artículo dos.

El periodismo comunitario, el periodismo alternativo, el periodismo ético, el periodismo sin apellido no se consigue no se consiguió en las aulas universitarias. Se consiguió en las mujeres y hombres que empezaron a hablar y a decir todas las verdades por todos los medios a su alcance. La narración oral mandó en pleno auge de la cibernética y la robótica.

Este año el jurado calificador del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar decidió eliminar de los requisitos para optar a ese reconocimiento ser “egresado de una universidad reconocida” que así estaba asentado en las bases. Al hacerlo buscábamos que se postularan todas y todos. No son todos los que están ni están esos mismos que usted está pensando. Pero creemos, creo, y aquí hablo en nombre propio, que el periodismo revolucionario no se nutre de títulos académicos, se nutre de los “poderes creadores del pueblo”. Sigamos.

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