Opinión

Doris Venegas

Supe del llanto de Asalia que hiere mi silencio y de otros pétalos que regaron Carlos Venegas y Blanca Simancas, dos padres que me dio la vida cuando el amor me encontró

Dueña de la sonrisa más bella que jamás haya visto, se la pusieron las flores que lleva el Motatán entre piedras pulidas y las colinas que vigilan a Valera. Páramo arriba, su piel era de neblina y sus ojos de pura bondad  andina. Ayer se quedó dormida como las maticas que cierran sus hojas cuando  Dios las toca. Supe del llanto de Asalia que hiere mi silencio y de otros pétalos que regaron Carlos Venegas y Blanca Simancas, dos padres que me dio la vida cuando el amor me encontró.

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