Efemérides

Obra de Juan Rulfo fue denuncia poética del conflicto latinoamericano

El conflicto por la tenencia de la tierra, el desamparo y la miseria del campesino fueron los grandes temas retratados por el escritor, Juan Rulfo, quien nació un 16 de mayo de 1918, en San Gabriel Sayula, al sur de Guadalajara, México, donde la pobreza le legó una sensibilidad que quedó plasmada en el dolor humano de sus personajes.

Un hecho esencial que marcaría su vida ocurrió cuando tenía 10 años de edad. Su padre fue asesinado por la espalda y el cadáver liado en una ruana para montarlo en un caballo que a cuestas lo llevó su casa, experiencia que le lleva a componer el relato "Diles que no me maten", publicado en El llano en llamas (1953) y llevado al cine en Venezuela con una película del mismo nombre, dirigida por Freddy Siso, en 1985.

El relato, narrado en tercera persona, cuenta cómo el egoísmo de una clase propietaria por la tenencia de la tierra produjo una disputa que terminó con la muerte, luego de tanta pugna entre un latifundista, Don Lupe Terreros, y un campesino, Juvencio, quienes además eran compadres.

Alternando el punto de vista del narrador con los diálogos de los personajes Juvencio (padre), Justino (hijo) y un coronel (hijo de Don Lupe), que simboliza a la nueva clase privilegiada por la tenencia de la tierra, se dan a conocer los motivos del crimen y el castigo, desde el momento final y los recuerdos.

"Don Lupe Terreros, el dueño de la Puerta de Piedra, por más señas su compadre. Al que él, Juvencio Nava, tuvo que matar por eso; por ser el dueño de la Puerta de Piedra y que, siendo también su compadre, le negó el pasto para sus animales", dice un fragmento del relato.

Fueron 35 años de persecución por un crimen que Juvencio cometió para defenderse de Don Lupe, quien en su muestra de poderío como terrateniente, además de negarle el alimento, le mató un novillo.

"Diles que no me maten", es el título del relato y la expresión con la que el personaje, atormentado por la culpa, clama a su hijo y al coronel, el hijo de Don Lupe que regresa tiempo después a buscar al hombre de Palo de Venado para ajustar la cuenta. "Guadalupe Terreros era mi padre (…) Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está muerta".

"Denle algo de beber hasta que se emborrache para que no le duelan los tiros", ordenó el coronel, sin conceder el perdón, antes de mandar a fusilarlo. Al final del relato, su hijo, "Lo echó encima del burro. Lo apretaló bien apretado al aparejo para que no se fuese a caer por el camino", para luego decirle, "Tu nuera y tus hijos te extrañarán".

En su adaptación cinematográfica, protagonizada por los actores Asdrúbal Meléndez, Julio Alcázar y Flor Núñez, se resalta aún más la injusticia del terrateniente ―figura emblemática en el contexto expoliador de la llanura latinoamericana―, quien incluso se aprovecha de la compañera de vida de Juvencio.

En El llano en llamas, Rulfo logró describir las vivencias de aquellos pueblos desolados y míseros de los Altos de Jalisco, de atmósfera trágica, como fue la realidad mexicana de la primera mitad del siglo XX y que reflejan en sí una realidad latinoamericana posterior a la guerra de independencia.

Dicha atmósfera también es ilustrada con los relatos "Es que somos muy pobres" y "Luvina", del mismo libro. Dos años después publicó su novela Pedro Páramo (1955). Su obra, además, incluye dos novelas inéditas Días sin floresta y La Cordillera, de igual visión dolorida que quedaron inconclusas por su muerte en 1986.

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