Opinión

Chávez vive, la oposición sigue… poniéndola

La oposición ha desperdiciado una brillante oportunidad y, a pesar de todos los pesares, luce estancada

Se cumplieron dos años del fallecimiento del comandante Hugo Chávez y buena parte del país aún no ha superado el trauma sufrido. Haciendo de tripas corazones, el chavismo ha enfrentado toda clase de dificultades para mantener en alto las banderas de la revolución, mientras todo parece indicar que la oposición ha desperdiciado una brillante oportunidad y hoy, a pesar de todos los pesares, luce estancada.

En rigor, el antichavismo ha tenido durante estos 24 meses todas las condiciones a las que hubiese podido aspirar: por fin se vieron libres del yugo de Chávez un enemigo formidable que les amargó la vida durante dos décadas; la economía, por causas en parte reales, en parte inducidas (allí cabe el debate) ha marchado muy mal; los precios del petróleo se desplomaron y, para colmo, Obama ha decidido calmar la furia de los anticastristas poniéndose duro con Venezuela. Con todos esos elementos jugando en contra de un presidente inexperto, abrumado por un compromiso descomunal, la oposición debería tener al gobierno contra las cuerdas. Pero no, objetivamente hablando, la oposición está aporreada, maltrecha, desconcertada. ¿Síntomas? Cumplió un año en la cárcel uno de sus tipos más carismáticos y ni siquiera se produjo un cacerolacito más o menos serio. Le detuvieron a otro de sus capitostes, y salió a defenderlo más gente en Lima o en Madrid que acá.

A estas alturas, tras dos años sin Chávez y con un gobierno tan golpeado desde todos los flancos, la oposición debería estar preparándose para una victoria clamorosa en las parlamentarias y, por tanto, pensando ya en el revocatorio de Maduro en 2016. Pero la efeméride los toma más bien apocados, sin movilización de calle y dominados por los extremistas. El Estrangulador de Urapal lo resume así: "Se confortan a sí mismos diciendo que Maduro no calza los puntos de Chávez, que no le llega ni por los tacones al comandante. Eso es verdad, pero si miramos hacia el lado opositor, ni haciendo una merengada con los diez líderes más importantes de la contrarrevolución sale material para un sujeto con verruga".

El mensaje de la revolución ha perdido fuerza y la confianza ha sido socavada por los problemas económicos. Negarlo solo puede entenderse como un  gesto propagandístico o extremadamente fanático. Pero si se hace un análisis comparado, el chavismo no ha caído tanto como debería haberlo hecho y la oposición (mucho menos) ha conquistado el espacio que debería. ¿Qué ha ocurrido?

La primera razón de este fenómeno es el carácter histórico del liderazgo del comandante Chávez cuya imagen, convertida en icono, encarna de manera difusa o precisa, los valores de la igualdad y el protagonismo popular. Muchos de quienes lo subestimaron en vida pretenden seguir haciéndolo ahora que se encuentra en otro plano. Prueba de esa subestimación es el empeño en ridiculizar la frase "hoy tenemos patria", sin percatarse de que es una auténtica idea-fuerza, capaz de sobreponerse a condiciones objetivas muy adversas.

El chavismo ha podido minimizar los daños causados por la tragedia de perder a su líder fundamental gracias a una segunda razón: ha puesto en evidencia una vez más su capacidad para aglutinarse en las circunstancias críticas. Como le ocurre a toda fuerza política grande, en especial a las que han ejercido el poder por largo tiempo, en el chavismo hay tendencias y liderazgos enfrentados, visiones ideológicas discrepantes y lucha de egos políticos. Muchos analistas apostaron a que la muerte del hiperlíder (como, acertadamente, lo llamaron una vez) conduciría inevitablemente a una destructiva guerra endógena. No ha ocurrido. Puede que haya movimientos de placas tectónicas, pero hasta ahora el profetizado gran terremoto no se ha registrado. Y a la hora de las chiquitas, todas las tendencias, todas las visiones, todos los egos, se aúnan.

El tercer elemento que explica la situación relativamente benévola del chavismo a dos años de la partida física del comandante se encuentra en las actuaciones erráticas y erradas de la oposición en este lapso. La "calentera" caprilista, su denuncia de fraude que luego no tuvo continuidad técnica ni política, y el vano intento de convertir en plebiscito contra el gobierno las elecciones municipales de diciembre de 2013 ya habían hecho estragos en la relación entre la masa opositora y sus dirigentes. Pero los daños causados por la guarimba a la oposición como bloque aún están por calcularse. El plan insurreccional de 2014 pudo haber perjudicado solo al ala pirómana, promotora de los desórdenes, pero el sector moderado-taimado, producto de cálculos políticos muy mal hechos, ha terminado también pagando altos costos.

En fin, que al cumplirse dos años del evento que pudo haber marcado el principio del fin del movimiento revolucionario bolivariano, todo parece indicar que sigue habiendo chavismo para rato y que el lema podría alterarse ligeramente para que diga: "¡Chávez vive, la oposición sigue… poniéndola!".

clodoher@yahoo.com

/N.A

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