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Hamilton lideró en Singapur

 Además de haber acreditado ser uno de los pilotos con más talento puro de la historia de la Fórmula 1, Lewis Hamilton también es un fenómeno leyendo las carreras y moviendo fichas en función de qué le conviene en cada momento.

El sábado, en el circuito de Marina Bay, el líder del certamen se inventó una ‘pole position’ inverosímil tras firmar una vuelta que, según reconoció él mismo, era la más cercana a la perfección de todas las que ha dado en su vida.

Un día después, el británico seleccionó en su cabeza el modo gestión e interpretó un impecable ejercicio de control que le llevó a largarse de Singapur con diez puntos más de ventaja al frente de clasificación general de los que tenía cuando llegó. Un exitazo que fue fruto de la habilidad del actual campeón, del gran coche que puso en pista Mercedes y, en esa misma medida, del tiro en el pie que se dio Ferrari. 

Sebastian Vettel hizo todo lo que se esperaba de él pero su equipo le condenó al pifiarla con la estrategia en su primera parada. El alemán se quitó de en medio a Max Verstappen en la salida pero el holandés recuperó la segunda posición en los talleres (vuelta 18), un mazazo capaz de acabar con la moral de cualquiera, incluso con la de un tetracampeón del mundo como el de Heppenheim.

Ferrari vive metida últimamente en una inercia de lo más autodestructiva, y lo más dramático para la Scuderia es que cada vez tiene menos cartuchos para darle la vuelta a un panorama que parece inverosímil.

El departamento técnico de Il Cavallino Rampante llevaba demasiados años sin ser capaz de configurar un monoplaza capaz de medirse con el de referencia; primero en el caso de Red Bull (2010-2013) y después de Mercedes (2014-2017). Y cuando por fin ha cuadrado un prototipo a la altura del mejor, la tropa de Maranello se muestra incapaz de sacar provecho de él. Justo lo contrario que la marca de la estrella, especialista en optimizar todos los recursos y caballos de su bólido.

El chico de Tewin (Gran Bretaña) está en su punto; en esa etapa en la que todo le sale de forma natural, prácticamente sin esfuerzo. En Singapur hizo una auténtica exhibición de efectividad antes de celebrar su séptima victoria del curso, la 69ª de su palmarés y la cuarta de las últimas cinco que se han puesto en juego.

El buque insignia de Mercedes se limitó a rodar a velocidad de crucero con el único objetivo de mimar los neumáticos de su W09 para completar los 61 giros sin apenas inmutarse. Hamilton manejó este gran premio a su antojo y lo llevó a su terreno: ralentizó el ritmo tanto como pudo al principio, dio un tirón antes de visitar el garaje y se puso a volar en las últimas vueltas. Y todo eso en un trazado que, a priori, debía ser cuesta arriba para el constructor de Stuttgart.

La segunda plaza fue para Verstappen, mientras que Vettel se las apañó para subirse al tercer escalón del podio. No lo tuvo fácil ‘Baby Schumi’, obligado a conducir ‘con dos dedos’ para no destrozar unos compuestos mucho más blandos que los de los rivales.

A falta de seis paradas para que campeonato ponga el cerrojo en Abu Dabi a finales de noviembre, Ferrari tiene que inventarse algo si quiere darle alguna opción a quien todavía es su buque insignia –el año que viene llega Leclerc–. Fernando Alonso fue el séptimo en una pista que camufló los problemas del McLaren, y Carlos Sainz fue el octavo.

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