Bolivarenses ratificaron compromiso de honor con el Libertador
Valdez, conocedor y estudioso del pensamiento bolivariano, recreó algunos pasajes de los últimos minutos de la vida del prócer y Padre de la Patria
“Hora de reflexión profunda para todos y todas los que pisamos esta tierra bendita de Venezuela. Hace 187 años dejó de existir físicamente, Simón Bolívar, hoy, ayer y siempre, el más grande de los venezolanos y el que con su muda presencia constante, hoy impone y nos reclama ser grandes en el servir y grandes en el amor supremo por nuestro pueblo soberano”; con esta reflexión inicia Alejandro Valdez, secretario de la cámara legislativa del estado Bolívar, su discurso de orden con motivo de conmemorarse el 187° aniversario de la partida física de Bolívar, El Libertador, en actos efectuados en Plaza Bolívar de la capital bolivarense, el pasado 17 de diciembre.
Valdez, conocedor y estudioso del pensamiento bolivariano, recreó algunos pasajes de los últimos minutos de la vida del prócer y Padre de la Patria, para hacer un llamado de reflexión sobre las circunstancias que rodearon los momentos postreros de Bolívar y su significación histórica en los actuales momentos del país.
El orador, Llamó la atención sobre que “… no solo los hombres de 1830, lo abandonaron y lo desconocieron. Hoy en día hay muchos que ven más fácil invocarlo sin servirlo y conmemorarlo sin ningún compromiso de patria. Por ello, acercarse a Bolívar es hacer examen de conciencia”, significando que la Patria reclama hombres probos en el ejercicio de la función pública.
De igual manera, recoge el espíritu bolivariano del actual proceso político venezolano y latinoamericano, impulsado por Hugo Chávez Frías a partir de 1999, al conducir la Revolución Bolivariana hacia la reconstrucción de país, al expresar “Partamos al encuentro de Bolívar para que, puesto a la vanguardia nos conduzca y nos guie por las sendas de la victoria en medio del laberinto de acechanzas y sanciones contra nuestra patria.”
El docente y político, nacido en El Palmar, Bolívar, llamó a no perder la fuerza del ideario bolivariano lleno de amor por la Patria, dijo, “Hoy, a 187 años de su siembra, ratificamos nuestro compromiso de honor con el Padre Bolívar, de hacer de esta patria junto al espíritu de lucha de Chávez y todo nuestro pueblo, una patria de suma felicidad política, social y económica”.
DISCURSO CON MOTIVO DEL CENTESIMO OCTAGESIMO SEPTIMO ANIVERSARIO DE LA SIEMBRA DEL LIBERTADOR SIMON BOLIVAR, PADRE DE LA PATRIA.
“El tiempo y sus ritmos, el tiempo y sus mandatos el tiempo y sus designios”. Eclesiastés.
La patria convoca a sus hijos e hijas a conmemorar, hoy, diecisiete de diciembre, el centésimo octogésimo séptimo aniversario de la siembra del Padre de la Patria, SIMON JOSE ANTONIO DE LA SANTISIMA TRINIDAD PALACIOS Y BLANCO.
Hora de reflexión profunda para todos y todas los que pisamos esta tierra bendita de Venezuela. Hace 187 años dejó de existir físicamente, SIMON BOLIVAR, hoy, ayer y siempre, el más grande de los venezolanos y el que con su muda presencia constante, hoy impone y nos reclama ser grandes en el servir y grandes en el amor supremo por nuestro pueblo soberano.
Bolívar, concluye en San Pedro Alejandrino, un trágico momento y a la vez ilumina el camino de la patria grande. Allí en San Pedro Alejandrino lo que se termina no es solamente la vida de un hombre, es el más visionario empeño de darle a todo un continente una nueva dimensión histórica y llevar a la conciencia de millones de hombres dispersos en la más vasta geografía, una nueva dignidad para asumir un rango mundial sin precedentes y convertirse en promesa y en acto en “la esperanza del universo”.
Bolívar, había renunciado a la presidencia de aquel inmenso estado obra de sus luchas y visión política. Le expresa al Congreso Constituyente “Ardua y grande es la obra de construir un pueblo que sale de la opresión por medio de la anarquía y de la guerra civil sin estar preparado permanente para recibir la saludable reforma a la que aspiraba”.
Bolívar, ha tendido que oír la calumnia y la pasión que lo acusa de todas las peores intenciones. “Libradme os ruego del baldón que me espera si sigo actuando en un destino que nunca podría alejar de mi el vituperio de la ambición”.
En su recorrido en la madrugada bogotana ve con estupor las expresiones en las paredes de “longanizo” comparándolo con un loco de calle y desde allí a la alcoba de San Pedro Alejandrino, tiene en su mente: Venezuela se ha separado definitivamente y no solo repudia su obra sino que lo proscribe a él mismo, lo denigra y lo persigue. Ecuador se mueve por la separación. En Santa Fe de Bogotá, se reúnen sus enemigos declarados. Qué se ha ganado con tanto sacrificios, el mismo Bolívar nos dice con suma sinceridad “Me ruborizo al decirlo, la independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de los demás”.
Bolívar, se retira de Bogotá después de haber entregado el mando, casi como un fugitivo. Está envejecido y enfermo. Se va hacia Cartagena que vivió su gloria y su esplendor de victorias. Los hombres y mujeres que lo veían se preguntaban , el hombre que despedían era el Padre de la Patria, el Presidente de Colombia, el general de mil, batallas y victoria, el fundador de la patria, creador de un mundo, sembrador de la libertad e independencia. ¿A dónde iría que no fuera con él su América libre y soberana? Aquel hombre no buscaba ayuda a Jamaica, Haití, en realidad buscaba el otro lado del atlántico a olvidar y a que lo olvidaran. Aquel hombre que el pueblo noble veía pasar, el de la palabra iluminada, fulgurante, el de la visión grandiosa y el que con su verbo y su acción concretó, Boyacá, Ayacucho, Carabobo y Angostura y el que los hizo ciudadanos de una nueva patria y actores de una nueva historia.
Bolívar, siente el cansancio y la pesadez de la calumnia y las acciones que ponen en duda su desprendimiento, su grandeza y su amor a la gloria. A poco tiempo de estar en Cartagena le llega la noticia del vil asesinato del Gran Mariscal Antonio José de Sucre. El crimen no perdona y elimina la única esperanza de rescatar su legado y a la patria desgarrada y destruida. El Congreso de Venezuela expresará: Venezuela, a quien una serie de males de todo género ha enseñado a ser prudente, que ve en el general Bolívar el origen de ellos y que tiembla todavía al considerar el riesgo que ha corrido de ser para siempre su patrimonio, protesta que no tendrán aquellos lugar mientras éste permanezca en el territorio de Colombia.
Bolívar ya no era el hombre que dirigía el destino de la patria, era un hombre sin recursos, sin bienes, reducido a la nada, un proscrito, un desterrado, un hombre sin hogar a quien su propia patria lo arrojaba de su seno.
Bolívar, desde su profunda herida diría “ Yo creo todo perdido para siempre y la patria y mis amigos sumergidos en un piélago de calamidades…Hay más aún: los tiranos de mi país me lo han quitado, así yo no tengo patria a quien hacer el sacrificio”. Sus hombres más fieles, sus amigos, sus compañeros de armas lo invitaban a que regresara y él siempre respondió negativamente.
En Bolívar, la enfermedad avanza y ya no hay el imposible viaje y su traslado a Santa Marta y de su llegad a la Quinta de SAN Pedro Alejandrino y en su delirio “Vámonos, Vámonos. Esta gente no nos quiere”.
El Dr. Alejandro Prospero Reverend, llama “Señores si queréis presenciar los últimos momentos y postrer aliento del libertador, ya es tiempo”. Aquellos hombres fueron testigo fieles de presenciar el lento apagarse del sol de América, el mayor fuego de humanidad.
Bolívar, termina allí en la alcoba de San Pedro Alejandrino, se convierte en un mito, en una leyenda en una estatua, en algo del pasado. Sus restos pasaron doce años antes de raerlos a su patria. Se le rendía homenaje que no pasaba de la estatua, del desfile y del discurso pomposo. Parecía muchas veces un acto de calmar las conciencias. Parecían actos para esconder al libertador y no permitir que nos interrogara y nos exigiera conducta de patria. Ahora bien no solo los hombres de 1830, lo abandonaron y lo desconocieron. Hoy en día hay muchos que ven más fácil invocarlo sin servirlo y conmemorarlo sin ningún compromiso de patria. Por ello, acercarse a Bolívar es hacer examen de conciencia. Bolívar no terminó en la Quinta de San Pedro Alejandrino, está aquí, sigue entre nosotros, luchando como lo hizo siempre, para que lo entendamos, lo sigamos y hagamos de esta tierra lo que él quería que fuera: patria de libertad y de justicia, hogar de armonía y de progreso, palenque de nobles ideas y República sólida y creador según su fórmula imperecedera: hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados construyen la República”.
Hoy, ante un mundo que se enfrenta con el legado de Bolívar, con el hombre del sacrificio, con el hombre de la lucha y de la victoria, con el hombre del desprendimiento absoluto por su patria. Hay un choque sin lugar a dudas, con los afanados de la riqueza fácil, los perseguidores del dinero avariento y mal habido, los de la ostentación escandalosa de una riqueza sin dignidad, los de las maniobras ilícitas y la apropiación indebida, la burocracia sin tarea, los doctores sin ciencia, los políticos sin política, los maestros sin enseñanza, los estudiantes sin estudio, los reposeros sin límites, los vivos , los usureros, los que humillan al pueblo, los que reciben préstamos y nunca devuelven , todos los que viven de mano de la corrupción. Todos ellos no están con Bolívar sino contra Bolívar y no tienen derecho de invocarlo.
Volvamos a San Pedro Alejandrino, punto de partida de nuestra conciencia de pueblo para traerlo como lo trajo el Cmdte Eterno Hugo Rafael Chávez Frías y lo hizo parte nuestra, lo hizo vida nuestra para oírlo y seguirlo en la grande y no acabada empresa de libertad a la que siempre nos ha invitado desde su angustia sin tregua. Quitémonos el luto y empuñemos con alegría vital las herramientas del trabajo creador.
Partamos al encuentro de Bolívar para que puesto a la vanguardia nos conducta y nos guie por las sendas de la victoria en medio de del laberinto de acechanzas y sanciones contra nuestra patria. En Bolívar en su espíritu inmortal, reanimar a los adultos de combatir toda mentira y reafirmar la verdad, orientar a los jóvenes a asumir con pasión la revolución bolivariana, a los niños encender el amor por nuestros héroes; a todos y todas la sed de conocer y defender la verdad que nos hará libres y buscar cada día los medios para edificar una patria grande en justicia, en igualdad, en solidaridad, en esperanza y en amor.
Hoy, a 187 años de su siembra, ratificamos nuestro compromiso de honor con el Padre Bolívar, de hacer de esta patria junto al espíritu de lucha de Chávez y todo nuestro pueblo, una patria de suma felicidad política, social y económica. Juramos ante el padre Libertador, que en nuestras manos no se perderá la patria, no se regalará, no se venderá y jamás permitiremos que pisen nuestra tierra bendita, soberana e independiente.
A todos y todas los que están presentes en el corazón de la patria, el Libertador está presente más que nunca por favor: No lo hagamos esperar.
¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!