Opinión

¡Ajá!, ¿y en qué paró el firmazo?

Los medios opositores y los presuntamente independientes parecen haber caído en un pozo de amnesia

A veces los medios periodísticos informan ampliamente acerca de un acontecimiento que está por ocurrir y luego, cuando ocurre, inexplicablemente no informan más nada. Por ejemplo, ¿cuántas firmas a favor de la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente obtuvo Voluntad Popular en su muy promocionada  megajornada de recolección del fin de semana pasado? ¿Qué significado tiene el éxito o el fracaso de esa iniciativa en el panorama de la oposición venezolana? Las interrogantes retumban entre lectores de periódicos, internautas, televidentes y radioescuchas porque, luego de mucha alharaca preparatoria, muy poco se ha informado respecto a los resultados. Sospechoso.

Después de varias semanas de una costosa e intensiva campaña publicitaria (enfocada en pescar chavistas disgustados jugadores de dominó), llegó el gran día en el que el pueblo iba a repetir lo que hizo en 1999 (decirle sí al proceso constituyente), pero esta vez no de la mano oscura del comandante Chávez, sino de la de la blanca de Leopoldo López. Pero resulta ser que el asunto pasó al olvido sin pena ni gloria. Los medios opositores y los presuntamente independientes parecen haber caído en un pozo de amnesia: se les olvidó que esta noticia estaba en desarrollo y que ha debido tener un desenlace.

¿Por qué habrá ocurrido este descuido? Un leopoldista fanático podría lucubrar que la jornada fue tan, pero tan exitosa que el régimen mandó a silenciar el hecho, aprovechando que –según la SIP, que de eso sabe mucho– ejerce la hegemonía comunicacional. Sin embargo, esta hipótesis  se cae por su propio peso porque de haber logrado López tal triunfo clamoroso ya tendríamos acá la mamá de todas las guarimbas… ¿Verdad que sí?

Entonces, si no fue el rrrrégimen, ¿quién y por qué  habrá censurado el resultado de la búsqueda de firmas? Otras variedades de leopoldistas y salidistas  dicen que fue Capriles, quien ve que si su expanita sale en hombros de Los Teques, él dejará de ser el candidato perpetuo de la oposición.

Pero eso tampoco es muy creíble porque, de nuevo, si López tuviera gran respaldo popular,  ya hubiese llegado el ultimátum de Estados Unidos: o lo dejan en libertad o les mandamos los drones para un bombardeo humanitario y quirúrgico.

Entonces, cobra fuerza la hipótesis de que el firmazo fracasó estrepitosamente, que fue más bien otro platanazo que se da López en la búsqueda de una salida. En ese caso, el blackout de los medios sería un gesto de solidaridad con el fracasante, como ponerle una hoja de parra a alguien que quedó desnudo. Muy noble de su parte, dado que el hombre, además, está preso.

Ni siquiera los periodistas con dotes  interpretativas encargados de cubrir la oposición (que los hay, y de los de alto nivel) se han dignado a ofrecer al público una explicación de lo ocurrido. Y conste que no es porque en los predios antichavistas abunden temas más noticiosos. Al contrario, allí todo está tan imbuido en la calma chicha que el copeyano Roberto Enríquez anda desesperado proponiendo declarar a la Mesa de la Unidad en emergencia. Las razones que tienen estos comunicadores avezados para no ofrecer sus conclusiones han de ser otras, probablemente las mismas de los dueños de medios (¡qué coincidencias pasan!), es decir, evitar el que se nombre la soga en la casa del ahorcado. ¿Será?

Otros que no han querido proyectar sus potentes luces sobre el opaco episodio de la jornada de apoyo a la Constituyente leopoldista son los analistas políticos reputados. Todo parece indicar que tampoco quieren dejar en evidencia la dramática debacle del ala pirómana de la oposición, lo cual es comprensible porque muchos de ellos –sobre todo los más recontrarreputados– simpatizan con ella.

No es cuestión de montar un drama hablando de autocensura (para eso están la SIP y el CNP, otra coincidencia rara), pero debe constar en acta que callar los resultados del firmazo va contra el derecho de la gente a saber dónde está parada. Es tan cuestionable como que el PSUV haga elecciones y congresos y nunca diga cuánta gente en verdad participó. Después de todo, el venezolano común, especialmente el opositor que lee los medios también opositores y los presuntamente independientes, tiene derecho a saber si es cierto o es falso que el pueblo, más allá de las doñitas de El Cafetal y Altamira -que también son pueblo, pero a su manera- quiere ir de nuevo a barajar las cartas en un proceso Constituyente. Y quiere saber si es verdad que Leopoldo López desplazó al candidato perpetuo Capriles como gran líder opositor. Todo eso estaba en juego en la noticia que los medios anunciaron durante un mes y luego, cuando se produjo, no la dieron. ¡Qué tipo de periodismo es ese!, diría Mafalda.

clodoher@yahoo.com

/N.A

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