Hace 46 años falleció Alberto Arvelo Torrealba, autor de Florentino y el Diablo
Arvelo Torrealba nació en Barinas el cuatro de septiembre de 1905
En un día como hoy de 1971 muere Alberto Arvelo Torrealba, en Caracas, a la edad de 66 años. Poeta, abogado, político, diplomático y ensayista ejerció la docencia y desempeñó altos cargos públicos. Fue también Individuo de Número de la Academia de la Lengua y merecedor del Premio Nacional de Literatura, Mención Prosa, por su ensayo “Lazo Martí: Vigencia en Lejanía”. Pero su nombre estará siempre asociado a su obra poética, publicada bajo títulos como Cantas, Glosas al Cancionero, Caminos que Andan y, especialmente, el famoso corrido Florentino y el Diablo.
Arvelo Torrealba nació en Barinas el cuatro de septiembre de 1905. Estudió Derecho en la Universidad Central de Venezuela y en 1935 recibió el título de Abogado y Doctor en Ciencias Políticas. Sin embargo, la verdadera vocación de Arvelo Torrealba se reveló en la literatura, sobre todo en la poesía, género que cultivó con calidad y esmero.
A partir de 1940 empezó a darse a conocer como poeta con su obra Glosas al Cancionero, la cual le dio una proyección nacional. En ese libro apareció la primera versión de su famoso poema Florentino y el Diablo. Posteriormente, la musicalización e interpretación vocal de dicho poema lo convirtieron en uno de los más conocidos de la poética venezolana del siglo XX.
Alberto Arvelo Torrealba también incursionó en la política y de 1941 a 1944 fue Gobernador (Presidente) del estado Barinas. Durante el gobierno del general Marcos Pérez Jiménez fue embajador de Venezuela en Bolivia y luego en Italia, de 1952 a 1955 fue nombrado Ministro de Agricultura y Cría.
Algunos extractos de sus poemas
Florentino y el Diablo es su obra más conocida, relata el duelo entre un llanero, jinete y coplero, llamado Florentino y el mismísimo Diablo. En este encuentro, un contrapunteo tuvo lugar por allá en el pueblo de Santa Inés, donde Zamora, el General del Pueblo Soberano, triunfó contra el ejército realista y en el cual, entre verso y verso, Florentino -el catire quitapesares- se enfrentó y venció al Diablo, enviándolo de vuelta al infierno.
Se dice que es en el medio del contrapunteo cuando Florentino se da cuenta de que su adversario es el Diablo. Fue así que cruzando hábilmente las coplas e improvisando mantuvo al Diablo distraído hasta el amanecer. La luz del día espantó al Maligno y fue derrotado.
El coplero Florentino
por el ancho terraplén
caminos del Desamparo
desanda a golpe de seis.
(…)
Soplo de quema el suspiro,
paso llano el palafrén,
mirada y rumbo el coplero
pone para su caney,
cuando con trote sombrío
oye un jinete tras él.
Negra se le ve la manta,
negro el caballo también;
bajo el negro pelo’e guama
la cara no se le ve.
Pasa cantando una copla
sin la mirada volver:
Amigo, por si se atreve,
aguárdeme en Santa Inés,
que yo lo voy a buscar
para cantar con usté.
(…)
Sabana, sabana, tierra
que hace sudar y querer,
parada con tanto rumbo,
con agua y muerta de sed,
una con mi alma en lo sola,
una con Dios en la fe;
sobre tu pecho desnudo
yo me paro a responder:
sepa el cantador sombrío
que yo cumplo con mi ley
y como canté con todos
tengo que cantar con él.
Por aquí pasó, poema al Libertador Simón Bolívar
Por aquí pasó, compadre,
hacia aquellos montes lejos.
Aquí va su estampa sola;
grave perfil aguileño,
arzón de cuero tostado,
tordillo de bravo pecho
De bandera va su capa,
su caballo de puntero,
baquiano, volando rumbos,
artista, labrando pueblos,
hombre, retoñando patrias,
picando glorias, tropero.