23-E de 1958: Fin de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez
Los regímenes de dictadura a lo largo de la historia no han podido sostenerse con bases legítimas, el ser humano por naturaleza necesita ser libre, cohibirlo de incluso sus derechos más fundamentales es atentar contra la vida, más aún cuando un pueblo unido sale en defensa de sus ideales.
Marcos Pérez Jiménez, no contó con esta realidad sobreavisada en el año 1958, tras una carrera política iniciada golpeando a los legítimos gobiernos de la época, donde no solo participó ampliamente en el golpe de Estado contra Isaías Medina Angarita, sino que desde su puesto como Jefe de Sección del Estado Mayor del Ejército, en el año 1948, empuja el derrocamiento del presidente legítimo Rómulo Gallegos.
Foto: (Archivo)
Dichas acciones, dieron como resultado el fin del “Trienio Adeco”, donde ya Pérez Jiménez asume como Presidente Provisional de la República , nombrado por la Asamblea Nacional Constituyente a partir del 2 de diciembre de 1952 en sustitución de Germán Suárez Flamerich para posteriormente ser nombrado por la misma asamblea como Presidente para el periodo 1953 – 1958, el cual inició el 19 de abril de 1953.
Para muchos se vivía en una Venezuela remarcada y delineada en avances en materia de infraestructura, vialidad y economía, se perfiló de forma enmascarada como una vía de resguardo para los pueblos, pero la realidad fue desenmascarada a pocos años.
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Para enero del año 1958 se produjo el primer intento de rebelión militar contra Pérez Jiménez, donde el movimiento encabezado por el Coronel Hugo Trejo contó con la participación de los oficiales de la guarnición de Caracas y Maracay, principalmente de la Fuerza Aérea.
Este levantamiento militar fracasó, por lo que sus principales dirigentes fueron detenidos por el gobierno, no obstante la crisis interna de la dictadura se hizo cada día más grave, se hablaba entonces de los “nuevos brotes insurreccionales” en las fuerzas armadas y el movimiento popular se manifestó con más vigor en la lucha contra él (Pérez Jiménez).
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La represión alcanzo sus máximos niveles, presos políticos iban y venían dentro de las cárceles y el detonante final la represión al movimiento estudiantil y el cierre de los liceos. Un movimiento que iba en ascenso y no permitió ser soslayado.
Además los sectores sociales se incorporaban activamente a la lucha: intelectuales, médicos, abogados, profesores, ingenieros, suscribieron manifiestos de denuncia contra el régimen. Esto significaba pérdida de prestigio en la institución armada que aparecía comprometida de hecho con los desmanes de la dictadura.
Tal y como se señala en diferentes crónicas bibliográficas, en las calles las manifestaciones y motines, estuvieron a la orden del día y ya para el 21 de enero comienza la huelga de prensa y horas después de ésta, la huelga general convocada por la Junta Patriótica. El paro se cumplió a cabalidad y en muchos sitios de Caracas se produjeron enfrentamientos con las fuerzas del gobierno.
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Eran horas interminables de alta tensión, acercándose ya el 22 secretamente se reunieron los altos jefes militares en la Academia Militar para considerar la situación, ante el caos concluyeron que la opción más viable es la renuncia irrevocable de Pérez Jiménez.
El asombro fue mayúsculo, incluso para los propios partidarios del gobierno, ya que hacía exactamente un mes, se había efectuado un plebiscito para prolongar el mandato de Pérez Jiménez, darle cierta solidez a su régimen y legitimidad ante las Fuerzas Armadas.
Esto no fue suficiente, a pesar de que el alzamiento fue develado, a medida que se fueron revelando los nombres de los implicados se pudo apreciar cuán extendido y profundo era el malestar general en la población cívico-militar.
Aunque el golpe fracasó no fortaleció al gobierno, sino que aceleró el proceso de deterioro que terminaría 23 días más tarde con su caída. Esto último fue producto de una acumulación de oposiciones que, al final convirtieron el derrocamiento de la dictadura en una causa nacional.
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