El día en que la celebración de un genocidio pasó a llamarse Resistencia Indígena
“Yo recuerdo, siendo cadete de azul, que cada 12 de octubre nos llevaban a Plaza Venezuela (Caracas). Allí había una estatua de (Cristóbal) Colón y nos ponían a desfilar, a rendirle honores a Colón… ¡Colón fue el jefe de una invasión! Espero que no se molesten en Europa. Estoy diciendo la verdad, la verdad de millones”.
Hugo Chávez ponía sobre la mesa, en octubre de 2009, una revolucionaria idea, desconocida en las aulas de clase venezolanas: el 12 de octubre el “mundo civilizado” no descubrió América, la violó, al invadió y la saqueó.
La festividad originalmente conmemoraba el “descubrimiento” de América por parte de Colón, decretada durante el gobierno de Juan Vicente Gómez (1908-1935) como Día de la Raza, festividad nacional que ocultaba el genocidio más grande cometido a la humanidad. Ese genocidio acabó con la vida de millones de indígenas; desapareció civilizaciones enteras; perpetró el saqueo de las riquezas existentes y destruyó las culturas autóctonas.
Esta decisión fue rechazada por algunos políticos y pensadores de la izquierda venezolana, que consideraban que la festividad exaltaba el colonialismo en detrimento de la cultura y valores de los indígenas amerindios.
El nuevo Día de la Resistencia Indígena conmemora así la resistencia de los nativos americanos contra los conquistadores. Fue decretada por el comandante Chávez y sancionada por la Asamblea Nacional de Venezuela en 2002 para lograr aún más la diversidad cultural y humana que reivindica a los pueblos indígenas venezolanos en este proceso de cambio nacional.
Hoy, esos pueblos originarios, dignificados por la Revolución Bolivariana, mantienen sus luchas por la verdadera conquista de mayores espacios y derechos.
Para el Gobierno Bolivariano los pueblos indígenas son una prioridad, lo cual se evidencia, entre otros aspectos, con la discusión y aprobación popular de la Constitución venezolana, en diciembre 1999; uno de los elementos más destacados fue el capítulo VIII del Título III, referido única y especialmente al reconocimiento de los Derechos de los Pueblos Indígenas.
El Estado venezolano reconoce “su organización social, política y económica, sus culturas, usos y costumbres, idiomas y religiones, así como su hábitat y derechos originarios sobre las tierras que ancestral y tradicionalmente ocupan y que son necesarias para desarrollar y garantizar sus formas de vida”, establece el artículo 119.
También con la creación de la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas (Lopci), promulgada en 2005.
Esta herramienta jurídica sin precedentes se creó en Venezuela para reglamentar todo lo relativo a los derechos de los pueblos originarios. Su contenido abarca tantos temas que es considerada una de las leyes más complejas en la historia del parlamentarismo venezolano, una distancia abismal entre la perturbante adoración a un imperio saqueador y el reconocimiento de la identidad soberana, amerindia, nuestra.