Opinión

Carmonazo endógeno

La olla de presión empezó a hervir el mismo 6-D. No le ha sido fácil al imperio evitar que la tapa salte por los aires

En la oposición ya se cuadran los afectos por las candidaturas para unas improbables elecciones presidenciales. Al mandamás de la AN le aconsejaron pegar primero y no esperó que se lo repitieran. El primer vicepresidente del mismo cuerpo recogió el guante y anunció que todos los políticos son candidatos, una generalización con un blanco muy particular. El diario de la derecha, que nada dijo del descarado offside de Ramos Allup, le dio un templón de oreja editorial a Enrique Márquez por jugar “posición adelantada”. Mira, pues.

La olla de presión empezó a hervir el mismo 6-D. No le ha sido fácil al imperio evitar que la tapa salte por los aires. La escogencia de la directiva parlamentaria fue un round que Primero Justicia perdió por decisión. El viejo partido se movió como un peso pluma frente a una joven organización que, a veces, luce como un mastodonte. En política, al igual que en el boxeo, a la balanza hay que ayudarla.

Los golpes por la directiva de la AN son como peleas preliminares. Tienen la importancia de allanar el camino para la pega titular. En la primera contienda dejaron fuera a Julio Borges y su partido. Ramos Allup le cogió el gusto a la cosa y permanecer allí le garantiza estar sobre el ring a la hora del match por la candidatura presidencial. Ya encargó sus encuestas.

El acuerdo por darle a la jefatura de la AN un carácter rotativo no será el primer pacto que se rompa en política. El pugilista Julio Borges está a punto de ser noqueado antes de pelear. En el viejo Nuevo Circo, en los tiempos de Ramoncito Arias y “Morocho” Hernández, en la parte de abajo había un bar en cuya rocola siempre gemía la canción La historia vuelve a repetirse, de un inconsolable Julio, pero de apellido Jaramillo.

Se está cocinando un carmonazo endógeno contra el patético acuerdo rotativo. La derecha es adicta a los atajos y, cuando no los puede aplicar sogas afuera, los desata filas adentro. Es su naturaleza. Allí no valen ni los pactos de sangre, pregúntenle si no a Capriles y López, dos parientes que se dicen descendientes derechitos de los Bolívar, Palacios y Blanco. Otra vez Ramos Allup quiere montar en la olla al tocayo de Jaramillo, aquel que pedía que lo odiaran por piedad.

Profesor UCV

/N.A

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