Opinión

Señor Bergoglio, bájele dos a sus empleados

La respetabilidad de una institución depende de su vigencia política e histórica

Somos el mejor ejemplo de cómo alargarle la vida a la burguesía parasitaria: estamos a la defensiva todo el tiempo. Ahora se soltaron las sotanas, se subieron los curas a las bateas, la nómina mayor del Vaticano se alebrestó, se le acabó la santa paciencia esperando que el pueblo venezolano respondiera a las voces de guerra de la MUD.

En los colegios privados la pederastia sube la matrícula, los padres echan sus hijos a los leones, y la alta jerarquía eclesiástica en lugar de pasar agachada como acostumbra hacer para dejar hacer, forma una grizapa con lo del hambre que está pasando el pueblo y lo del derecho fundamental a la comida que está por "encima de las leyes y la constitución". Precisamente en la República Bolivariana de Venezuela donde el fascismo pretende derogar la Constitución a punta de leyes y adefesios inconstitucionales. A buen entendedor pocas homilías; la nómina mayor del Vaticano pretende derogar, ella misma, la Constitución de 1999.

No tiene recato la misoginia organizada cuando le tocan sus biyuyos. Secularmente enemistados con las mujeres por intereses pecuniarios -los bienes de la Iglesia no son transmisibles mediante herencia-, los curas no pueden parir, y si paren, sus hijos son bastardos no reconocibles, para que la Iglesia siga acumulando muebles e inmuebles, colegios, fundaciones, cuentas bancarias, y todo lo acumulable que en esta vida pueda haber; excepto hijos.

Para hacer posible tal aberración humana, inventaron los pecados de la carne, empezando por aquello del ayuno en días santos; sí, la carne. Les prohíben a todos comerla en cualquiera de sus presentaciones y representaciones, lo cual significa en última instancia la obligación de pagar por ella un alto precio. O pecar, para lo cual queda el recurso de la penitencia. Y en última instancia la pederastia, para lo cual queda el recurso del silencio.

Decíamos que la misoginia organizada no tiene recato, ni escrúpulos, ni medida, pero se tropezó una vez más con la mujer venezolana, la heroína fundamental en esta gesta de resistencia. La mujer hace las colas y acarrea las bolsas, hace la comida y la reparte, está presente en los CLAP y en todas partes, distribuyendo, organizando, administrando, guerreando contra la guerra.

Por eso a la nómina mayor del Vaticano se le chispoteó la sotana, sacaron a pasear sus demonios por la calle del medio a ver si logran meter miedo. Exigieron revocatorio ya, igual que la MUD; a la calle los políticos presos por delitos comunes, igual que la MUD. Las mujeres estamos ganando esta guerra, la nómina mayor del Vaticano ataca.

No ha dicho la Iglesia ésta boca es mía ante el ataque contra las mujeres del CNE, el cual tiene la doble intención de desprestigiar la institución por estar en manos de mujeres, el móvil misógino es evidente como parte de la guerra no convencional y sus modalidades criollas.

No ha dicho la Iglesia estos ojos son míos ante el feminicidio y las agresiones físicas contra mujeres policías. No dijo nada la nómina alta del Vaticano cuando misia D’Agostino, rodeada de lo más representativo delkitsch adeco, hizo alarde de riquezas fáciles en esta tierra de oportunidades petrolíferas, Capriles dixit.

La respetabilidad de una institución depende de su vigencia política e histórica, no de su mimetización con las circunstancias. La nómina mayor vaticana se arroga deliberancia cuando le da su santa gana y nadie la calla, se retuerce y grita cual Ramos Allup cuando le provoca, cuando las hormonas se les enturbian, cuando muerden los ángeles infernales del celibato. Y el Vaticano les deja hacer aunque el señor Bergoglio no tenga como excusa la mala traducción: hablan un mismo idioma.

/N.A

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