Baile de La Hamaca cierra el carnaval
A los hamaqueros no los desamparan los habitantes y visitantes de la ciudad porteña, quienes cada martes de carnaval, desde las 12 del medio día, acompañan el entierro de La Hamaca con las palmas, aupando a los bailarines a seguir la danza
“¡Ya se murió!, ¡hay que enterrarla!”, es la frase que al ritmo de sonidos tropicales se repite para acompañar el baile de La Hamaca, tradición que este año cumple 145 años clausurando el carnaval de Puerto Cabello, estado Carabobo y que se celebra concretamente en el barrio San Millán.
Este baile es celebrado por hombres, mujeres y niños de ese popular poblado, quienes con atuendos floreados, cintas de colores, y con los pecualiares sonidos de los tambores, chinecos, cachos, entre otros instrumentos, van entonando la pegajosa estrofa mientras recorren buena parte de la geografía porteña.
A los hamaqueros no los desamparan los habitantes y visitantes de la ciudad porteña, quienes cada martes de carnaval, desde las 12 del medio día, acompañan el entierro de La Hamaca con las palmas, aupando a los bailarines a seguir la danza.
Tradición afrocaribeña
El baile de La Hamaca es una tradición cultural muy arraigada en el barrio San Millán de Puerto Cabello. Fue iniciada por los inmigrantes curazoleños que se asentaron en esta localidad con la intensión de promover el comercio entre Venezuela y las Antillas holandesas.
“La tradición arranca a la media noche del lunes de carnaval con la celebración del velorio de un hombre muy querido por el pueblo, situación que genera celo entre el resto de los hombres que ven a sus mujeres llorarlo”, explicó Hermán Villanueva, director de los Tambores de San Millán, agrupación cultural encargada de promover esta tradición.
El cultor explica que en esta especie de tragicomedia, el muerto, luego del velorio, es colocado en una hamaca hecha con trapos, y adornada con flores tal como se enterraba a los difuntos de la zona en aquella época.
El martes del carnaval, los sanmillaneros inician el recorrido con La Hamaca a cuestas paseándola por el municipio para luego enterrarla. Sin embargo, durante el recorrido se aprecia el duro combate que escenifican los hombres con palos de veras motivados a la pelea por los celos que despierta el llanto de sus mujeres hacia el difunto.
Esta tradición ha sido declarada patrimonio cultural municipal, estadal y nacional, por lo que los sanmillaneros, orgullosos de sus raíces, destacan que mantendrán de generación en generación esta celebración que marca la clausura de la época de carnaval.