Trampa-rencia Internacional y subversión mediática
Desde el miércoles 27 de enero, junto con las presidencias pro-tempore de la Celac y del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (el club de los ejércitos más poderosos del planeta), Venezuela ostenta el título del país más corrupto del continente dándonos la mano con Corea del Norte y Somalia. De 168 países, la patria de Bolívar ocupa el puesto 158, de acuerdo a un organismo internacional denominado Transparencia Internacional (TI).
Desde mediados de los 90, esta organización no gubernamental de origen alemán, también denominada Asociación Anticorrupción Global, tiene sedes en 70 países, y realizan anualmente un Índice de Percepción de Corrupción, y por causas metodológicas, es decir por la mecánica que emplea para recoger la información, resulta imposible comparar los procesos históricos. Cada uno es diferente al anterior.
Pero: revisemos los hechos. Con bombos y platillos, y hasta una enorme satisfacción, los diarios “venezolanos” El Nacional y Panorama publicaron, la noticia de que éramos un país de corruptos. Claro se les pasaron algunos detallitos a la hora de hacer la afirmación. Y eso es lo que necesita puntualizar.
Ante todo es necesario revisar quienes forman el capítulo Venezuela de TI. Como directora está la historiadora de la UCV, Mercedes de Freitas, quien también está en la directiva de Civitas Venezuela, la Fundación Tierra Viva y Crea Resultados SC. Las cuales trabajan para formar líder3es de mercado, potenciar la competitividad y la capacidad de negociar. Entre los directores de TI resaltan nombres como los de: Aurelio Concheso, Fouad Sayegt, Nelson Bocaranda, Alberto Volmer, Humberto Njain, Jorge Boti, Nelson Dao y Oscar Machado. Como empresas asociadas: la Cámara Venezolana de la Construcción, Cedice, Consecomercio, Veneconomía y Venezuela Competitiva. Con estos personajes queda claro cualquier visión que pudiera guiar las actividades de la institución en cuestión.
A ello debemos agregar la metodología de trabajo para obtener la PERCEPCIÓN del país sobre la corrupción. Se trata, nada más y nada menos, que de un cuestionario que le pasan a los empresarios de cada país y lo complementan con las informaciones publicadas por los “principales periódicos” la nación. Queda claro, entonces, que no se basan de órdenes judiciales ni de decisiones tribunalicias, sino de la visión de un pequeño grupo de personas cuyos intereses están confrontados con las líneas establecidas por el gobierno nacional en los últimos 17 años.
Como tercer elemento de análisis, entra en juego la manipulación de la Mediática que oculta que se trata de la percepción de un grupo con intereses específicos, y lo convierte en una afirmación fulminante, definitiva, y lo trasmutan en la opinión prevaleciente de toda la población.
Sin embargo, debajo queda el sabor de que en una nación de corruptos, todos estamos salpicados, todos somos cómplices, porque para que haya un corrupto es necesario que haya un corruptor. Para que alguien venda la Tablet que le entrega el Estado es necesario que haya quien le ofrezca comprársela para luego ponerla en el mercado negro. Para que haya un ejército de bachaqueros, es necesario que exista un grupo de financistas que pagan las compras y luego las revenden obteniendo jugosas ganancias. Para que haya un raspacupo, debe haber una empresa de maletín que se los raspe. Y así ad infinitum.
La corrupción no es una percepción, es un delito que debe ser perseguido y exterminado. En estos momentos es interesante poner oído a los corrillos, a las redes sociales, a los comentarios en las colas, a los chismes de salón, a las bolas, porque la propaganda y contrapropaganda se ha convertido en la mejor arma de esta guerra que algunos desconocen, otros menosprecian y no falta quien la magnifique. Sin duda alguna, el país requiere de un grupo de apóstoles dispuestos a luchar a costa de su propia vida, para adecentar a un país donde una minoría de bucaneros se da a la tarea de pervertir a las mayorías.
La Trampa-rencia está en la manipulación, en el juego moral doloso, y en el intento sostenido de malformar a una Nación, sin importar quien caiga ni quien quede afectado para el resto de su vida. El sistema neoliberal se nutre de la coima, del cuánto hay pa’eso, del ponme donde hay, de la trampa, de la payola, de la comisión, del negociado, de la corrupción, y para esconderla, se lanzan con informes de percepción, que terminan culpabilizando a un sector, y condenando a un solo grupo escondiendo la viga que tienen en su propio ojo.