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6 de febrero: Día Internacional contra la Mutilación Genital Femenina

Parece mentira, pero en pleno siglo XXI la sombra de la mutilación genital femenina (MGF) aún planea sobre miles de niñas recién nacidas. En la mayoría de los casos, esta práctica tiene lugar antes de los 15 años, y no aporta ningún beneficio a la salud de las mujeres y las niñas. Al contrario, las víctimas de la MGF pueden tener hemorragias graves, problemas urinarios, quistes, infecciones, infertilidad y complicaciones del parto, por no hablar de las consecuencias a nivel psicológico y sobre la salud sexual.

Según la Organización Mundial de la Salud, “la MGF es reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas. Refleja desigualdad entre los sexos, y constituye una forma extrema de discriminación de la mujer. Es practicada casi siempre en menores y se trata una violación de los derechos del niño”.

La lucha contra la MGF es una carrera de fondo, pues se trata de una costumbre muy arraigada en numerosos puntos del planeta. Las estimaciones indican que, si la tendencia continúa, en 2030 unos 86 millones de niñas en todo el mundo sufrirán algún tipo de mutilación genital. Por eso, en diciembre de 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución sobre la eliminación de la mutilación genital femenina, y cada 6 de febrero se celebra el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, que en 2016 lleva el lema “realizando los nuevos objetivos mundiales a través de la eliminación de la mutilación genital femenina en 2030”.

Entrevistas a mujeres víctimas de la ablación

En julio de 2014, un estudio llevado a cabo por la Universidad de Murcia daba voz a nueve mujeres originarias de Nigeria y Senegal que habían sido víctimas de la ablación. La mayoría no recordaban muy bien ese momento, pues se les practicó entre los 18 meses y los 14 años, y las que lo hacían tenían imágenes vagas, confundidas entre la fiesta del ritual y el inmenso dolor de la intervención. Otros recuerdos eran, sin embargo, más dolorosos: “Me taparon la cabeza con un pañuelo y fui andando con otras mujeres hasta un campo. Me engañaron diciéndome que íbamos a comer cosas que me gustaban. Una vez allí me ataron y sujetaron entre varias mujeres y me desnudaron. Recuerdo mucho dolor, sangre y gritos. Después me curaron con plantas”.

Además, la mayoría de las entrevistadas reconocían sentir poco o ningún placer sexual en sus relaciones, además de grandes dificultades para alcanzar el orgasmo. Por último, aunque casi todas se mostraron en desacuerdo con la mutilación genital, en general la aceptaban y no se oponían personalmente a ella, entre otros motivos porque, según los investigadores, sigue siendo un tema tabú en sus culturas. Eso sí, casi todas se mostraron a favor de que la ablación esté penalizada en muchos países del mundo.

Motivos para la esperanza

Las campañas internacionales de lucha contra la MGF van dando su fruto. En un país como Indonesia, donde se calcula que el 50% de las niñas menores de 19 años han sido sometidas a algún tipo de mutilación genital, las voces públicas empiezan a manifestarse abiertamente contra esta práctica.

La ex primera dama Sinta Nuriyah Wahid, musulmana devota, lidera un movimiento creciente en el país asiático para poner fin a la ablación, y desde el Ministerio de Empoderamiento de la Mujer y de Atención al Menor indonesio ya hay un compromiso para liderar una respuesta nacional coordinada que atienda a su petición. “La cultura es el resultado de una serie de pensamientos que comienzan en la virtud de la dignidad humana. Una tradición que no contribuye a dicha virtud no debe formar parte de la cultura nacional”, expresa Wahid.

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